

Ambas orquídeas pertenecen al género Ophrys, que fácilmente identificamos por el labelo densamente cubierto de bello y decorado con una mancha de diferentes coloraciones y formas según la especie de que se trate.


La especiación de las orquídeas es un ejemplo curioso de la prisa que puede tomarse la Naturaleza a la hora de provocar la evolución. Recordemos que las orquídeas son el último giro evolutivo producido en el mundo vegetal, y que al parecer hace pocos millones de años aparecieron sobre la Tierra. En este pequeño espacio de tiempo (geológicamente hablando ,baste comparar que si a las orquídeas se les atribuye una antigüedad de unos 20 millones de años, las coníferas llevan al menos unos 300 millones haciendo sombra en el planeta) las orquídeas se han convertido en una de las familias con más diversidad de especies, entre 25.000 y 30.000 especies con una distribución cosmopolita.
Hoy en día se sabe que en esta familia los insectos son claves para su reproducción, pero también para el transporte de las semillas. Las orquídeas unen su ciclo vital al de hongos específicos que hacen de nodriza de las diminutas semillas, tan pequeñas que no tienen recursos energéticos como para permitir el desarrollo de la plántula.

