No siempre la edad es un impedimento para los logros. A menudo los premios de la vida llegan tarde y son la cosecha de algo sembrado durante mucho tiempo y se pueden recoger en un momento dado.
En el fútbol, el deporte más igualitario del planeta, eso pasa con algunos jugadores que llegan a la gloria tarde, cuando han pasado la edad de mejor estado físico y pueden hacer más hincapié en la experiencia que en las cualidades corporales. El caso de Juanjo Camacho es uno de estos. Estamos hablando, de hecho, del jugador con más años de toda la Liga Santander, la que para muchos es la mejor competición futbolística del mundo. A sus 38 años, el capitán del Huesca, equipo que juega por primera vez en la máxima categoría del fútbol español tras haber ascendido el verano pasado, es el referente del equipo aragonés en el que milita desde hace ya 10 años. La última década de su carrera ha sido entonces totalmente dedicada al club oscense, que por el momento ocupa el último lugar de la tabla en la Liga.
Haber llegado a pisar escenarios de Primera División con el Huesca, equipo de la ciudad que lo ha adoptado hace tanto tiempo, ha sido el gran premio a la dedicación de un centrocampista que ha disputado más partidos con el Huesca. Nacido en Valencia en el 1980, Camacho ha estado dando vueltas por España antes de recalar en la provincia norteña de Aragón, donde primero jugó en la temporada 2006-07 y volvió definitivamente un año más tarde tras un año en el UD Vecindario.
Nadie en aquel momento hubiera pensado que este centrocampista con gol haría la historia viva de un club pequeño pero con corazón y mucha ambición. Forjado en la cantera de la Real Zaragoza, el equipo de referencia de la Comunidad Autónoma aragonesa, Camacho decidió instalarse en Huesca para arrastrar al equipo azulgrana a lo más alto, es decir jugar en Primera División. Finalmente sus esfuerzos se han visto recompensados con el ascenso a la élite del balompié español. Hábil en jugar tanto en posición de mediocentro como en calidad de media punta, Camacho no se ha estrenado aún como goleador este año, pero no deja de ser un referente en el vestuario del Huesca. Su número 10 y su brazalete de capitán lo avalan delante de todos sus compañeros y del público del estadio El Alcoraz.
Ahora que los años empiezan a pasar, es probable que el 10 oscense deje paso a los jóvenes. Pero seguramente aportará su granito de arena a la economía del Huesca durante este año tan importante. Los partidos que esperan a los aragoneses serán complicados, y alguien con experiencia y casta será útil para poder enfrentarse a determinadas situaciones difíciles. Porque si el fútbol moderno es sobre todo cuestión de físico y de velocidad, es verdad que también sigue siendo un juego donde la cabeza sirve más que el cuerpo.