1.- Mejora la habilidad motora y el sistema muscular y óseo
En la playa están corriendo todo el rato, salen y entran del agua, cargan cubos con arena, etc… todo ese ejercicio les ayuda a tonificar los músculos y a tener una mayor destreza para mover su cuerpo.
2.- Desarrolla la motricidad fina
Manipular la arena con los dedos, coger conchitas y pequeñas caracolas con las manos, etc., les ayuda a coordinar los movimientos musculares más pequeños.
3.- Desarrollo de habilidades sociales
Al ser un espacio en el que se dan cita muchos niños, es un momento propicio para que puedan interactuar y relacionarse sin que vosotros estéis presentes. Gracias a ello construyen habilidades socio-emocionales, mejoran su vocabulario y su lenguaje.
4.- Desarrollo cognitivo
Con la arena hacen castillos y moldes de diferentes tamaños que les ayuda a adquirir nuevos conceptos como, por ejemplo: grande y pequeño, lleno y vacío, además de visualizar nuevas formas y volúmenes.
5.- Desarrollo sensitivo
El contacto de los pies descalzos en la arena, y en las manos cuando la manipulan, les permite conocer y sentir una nueva textura y jugar con ella.
6.- Desarrollo de la creatividad.
Un montón de arena se convierte en un castillo de príncipes y princesas, un agujero excavado en la orilla del mar es un lavadero de pies, un cubo y una pala son herramientas para crear un muro más grande que el de Juego de Tronos… la imaginación al poder.
7.- Mejora el sueño
Tanta actividad y estímulo hace que, tras una larga jornada en la playa, los más pequeños de la casa caigan en brazos de Morfeo sin rechistar. Las actividades al aire libre pueden generar un efecto tranquilizador que favorece a aquellos niños que suelen ser muy activos.
Habría otro beneficio más, y es la mejora de las relaciones familiares. Pero en este caso, da igual que haya arena o no, lo importante es el tiempo de calidad que podáis pasar con vuestros hijos, y las actividades que queráis compartir con ellos. El tiempo pasa volando y es fundamental que lo aprovechéis al máximo.