Gálvez, el representativo escritor de la bohemia, está en racha. No hace muchos días comparecieron en Madrid, con sólo un día de diferencia, dos autores aragoneses, Javier Barreiro y José Luis Melero, comprometidos con esos escritores considerados “raros”, como es el caso de Pedro Luis de Gálvez, de quien Barreiro, publicada por Renacimiento, acaba de sacar a la luz una novela autobiográfica que se encontraba inédita como tal, ya que hasta ese momento el cuerpo completo de la misma se hallaba disperso en publicaciones por entregas, de donde el erudito zaragozano vino a rescatarla. José Luis Melero se refirió brevemente a Gálvez, entre otros autores de su gusto, en la presentación de su libro “El lector incorregible” el día 25 de enero en la librería Rafael Alberti de Madrid, donde, en ameno mano a mano con el periodista y escritor Jesús Marchamalo, reconoció no ser un investigador ni un profesor, sino “un divulgador de lo que leo”, según sus propias palabras: “la dispersión es mi especialidad”, afirmó. Pero con sus artículos, que recogen anécdotas sobre los autores más variopintos, como Alfredo Castellón, José María Matheu, Carlos Oquendo de Amat, Fernando Ferreró, Rosendo Tello, José Luis Hidalgo, Antonio Cano, Julio Calvo Alfaro o Julio Antonio Gómez, consiguen que no caigan del todo en el olvido bajo el peso de otros nombres que han acabado imponiéndose y amenazan con borrarlos de la historia de la literatura.
Esa labor de rescate, laboriosa y callada en su tramo de investigación, es la que le debemos a la intensa entrega de Javier Barreiro, quien presentó los resultados más recientes de su trabajo en la Casa de Aragón en Madrid hace escasas semanas, el 24 de enero, con la presentación de dos títulos de lectura imprescindible para cualquier estudioso de la Edad de Plata de nuestra literatura: “Obra autobiográfica” de Joaquín Dicenta (Prensas Universitarias, Zaragoza, 2018) y la novela, también autobiográfica, que ya hemos mencionado de Luis de Gálvez, titulada “La Cochambrosa” (Editorial Renacimiento, Sevilla, 2018).
Javier Barreiro nos ofreció, con motivo de la presentación de ambos libros, una interesante conferencia sobre la bohemia, comenzando por los orígenes de término (que hacen referencia al lugar geográfico, a elementos étnicos relacionados con los gitanos, y también culturales como, por ejemplo, al estreno de la ópera “La Bohème” de Puccini) pero que, tal como lo entendemos hoy, se empieza a utilizar desde Pedro Antonio de Alarcón y, sobre todo, Enrique Pérez Escrich , desde la aparición de “El frac azul”. “Definir la bohemia es ilusorio, porque es una abstracción”, afirmó Barreiro en su charla; los bohemios eran una cohorte numerosa de autores ˗no todos buenos escritores˗ inadaptados y marginales, que para sobrevivir usaban de la picaresca, y eran, en el fondo, autores “románticos”, pues lo que conocemos como “malditismo” no es sino una forma de romanticismo. De hecho, la primera bohemia española se puede calificar de ‘posromántica’ en opinión de Barreiro, con autores como Enrique Pérez Escrich, Marcos Zapata Mañas o Eduardo Marquina; la bohemia más representativa es la de entresiglos; pero hubo como epígono un último coletazo después de la guerra, con los integrantes del grupo del Café Varela. Después de eso, advierte Barreiro, ya no se puede hablar con propiedad de bohemia, que acaba como movimiento tal como lo entendemos ahora. La tropa de escritores pertenecientes a la bohemia de entresiglos (los citados Gálvez y Dicenta, y otros como Alejandro Sawa o Francisco Villaespesa), algunos de los cuales llegaron a tener bastante éxito, escribieron mucho en los periódicos, y sabemos de ellos gracias a otros autores que no eran propiamente bohemios pero sí cronistas de la bohemia, como Emilio Carrere y Rafael Cansinos Assens, además de otros escritores que los apoyaron tan conocidos como Eduardo Zamacois, Azorín o el mismísimo Valle Inclán (cuyo significativo título “Luces de Bohemia” lo dice todo). Los escritores bohemios, muy apegados a lo autobiográfico, fueron autores de folletines y escribieron en publicaciones periódicas; la serie “La novela corta” fue la principal colección literaria donde publicaron. En una de aquellas publicaciones periódicas, en el Heraldo de Cádiz, encontró Javier Barreiro publicada como folletín “La Cochambrosa” de Gálvez, quien la escribió desde la cárcel gaditana en la que estaba preso por haber proferido insultos contra la monarquía en un mítin republicano, y entre cuyos personajes se cuentan hombres tan representativos de la bohemia de aquella época como Enrique Cornuty o Pedro Barrantes… No es extraño que los bohemios cultivaran en género autobiográfico. Con una vida –aún tildándola de ‘cochambrosa’˗ como la de Gálvez, y unos personajes como los que pululan por sus novelas, ¡quién necesita la ficción!