
Los acontecimientos que estamos viviendo están cuestionando nuestra forma de vida, la escala de valores, y la fortaleza de nuestros sistemas de gobierno y de nuestro elogiado sistema sanitario. Tras una primera oleada epidémica creímos haber superado la crisis y nos veíamos capaces de todo ya que entre todos lo habíamos conseguido.
La realidad es que se han cometido muchos errores, antiguos y presentes, nadie ha escuchado las voces que anunciaban un déficit de profesionales, y eso ha impedido planificar la formación de un número suficiente y mantener en nuestro territorio a todos los que se fueron buscando estabilidad laboral y mejores condiciones de trabajo. Nadie ha sabido, o querido, ni en las épocas de bonanza económica, reforzar el sistema sanitario a nivel estructural y de recursos humanos. No han escuchado a los profesionales sanitarios que llevan décadas pidiendo ¡diez minutos! para atender a cada paciente en la consulta de Atención Primaria. Se ha planificado siempre a mínimos y corto plazo, dejando a la improvisación la gestión de los picos de aumento en las necesidades asistenciales: “Siempre hemos salido de todo”. Se ha descuidado la coordinación de los diferentes niveles asistenciales y entre los diferentes estamentos: “divide y vencerás”. Han primado las decisiones políticas sobre las técnicas, los puestos de libre designación sobre el mérito y la capacidad, se perdió la oportunidad de profesionalizar los puestos de gestión, y se ha protocolizado a conveniencia y sin consultar a los profesionales, técnicos y expertos en la materia por formación y experiencia.
Incapaces al comienzo, a pesar de la inequívoca realidad que podíamos contemplar en otros países, de prever sus dimensiones y prepararnos a tiempo, sufrimos la primera oleada sin material de protección ni planes de respuesta serios y elaborados, con la sensación de que los profesionales sanitarios no éramos escuchados y supliendo la inexcusable falta de planificación con el ingenio, la dedicación y la solidaridad de profesionales y ciudadanos. Luego se nos mostró una cara demasiado amable de la crisis, publicando más aplausos que sufrimiento.
Todos respiramos aliviados cuando disminuyó la presión. Pensamos que la experiencia vivida, la evidencia científica y la práctica acumulada, nos habían preparado y enseñado lo suficiente como para no volver a cometer errores en el futuro, pero, ante nuestro asombro e incredulidad, la historia se repite. A pesar de las promesas cuando estábamos tan apurados, nadie ha movido ficha.
Estamos ante una realidad de Centros Sanitarios, tanto Centros de Salud como Hospitales, desbordados e incapaces de dar respuesta adecuada a las necesidades asistenciales actuales, a pesar de una dedicación plena, muy por encima de lo exigible a unos profesionales exhaustos y desalentados, y ello ante la realidad de unos ciudadanos que, como consecuencia, se sienten muchas veces desatendidos e indefensos.
Ante el nuevo estrés generado por la anticipada nueva ola la respuesta ha sido:
- Aplicación tardía, insuficiente y variable en cada territorio de las medidas restrictivas y protocolos de actuación.
- Publicación de innumerables protocolos e instrucciones cambiantes y a veces contradictorias, en lugar de una planificación eficaz y detallada, con soluciones pactadas e innovadoras en todos los niveles asistenciales.
- Publicación del Real Decreto-Ley 29/2020 que autoriza a las Comunidades Autónomas a destinar al personal facultativo de cualquier especialidad a unidades asistenciales de otra especialidad distinta de la suya, a la movilidad geográfica y a la contratación de médicos sin el título de Especialista reconocido en España, primer paso para destruir un sistema de formación MIR y EIR modélico que forma a los mejores especialistas sanitariosa nivel mundial.
- Dedicación casi exclusiva de los profesionales de Atención Primaria a la tarea administrativa que genera la COVID 19, lo que imposibilita el adecuado seguimiento del resto de las patologías agudas y crónicas.
- Mantener la visita telefónica en Atención Primaria como la vía preferencial para la atención, con una más que evidente insuficiencia del sistema de comunicaciones que impide a los pacientes contactar con su médico.
- Ha mermado de forma dramática la calidad asistencial percibida, a pesar de la sobrecarga de trabajo y agotamiento progresivo del personal, sanitario y no sanitario.
- La situación no es mejor en los Hospitales o en la Atención a Urgencias y Emergencias. Tampoco en estos se aprovechó para revisar los planes de Contingencia, realizar las reformas estructurales necesarias, adquirir el equipamiento necesario y adaptado a las nuevas evidencias y necesidades, o reorganizar los recursos humanos.
- Se siguen tomando decisiones desoyendo las sugerencias del personal asistencial.
De nuevo, creemos nuestra obligación manifestar nuestra postura:
- A nuestros políticos a nivel estatal les rogamos que abandonen la actitud de continua confrontación con fines de rédito político, absolutamente impropia del drama que estamos viviendo y se sienten para llegar a acuerdos, tomar decisiones y elaborar planes de actuación serios, aplicables en todo el territorio, todo ello tras un asesoramiento técnico científico suficiente.
- A las autoridades y gestores sanitarios
- Planes de Actuación elaborados con participación de todos los profesionales implicados y con validez a largo plazo.
- Diálogo fluido con los profesionales. Es imprescindible escuchar a quienes trabajan en primera línea para recoger e implementar su experiencia.
- Debe garantizarse la seguridad de profesionales y pacientes con estricta aplicación del principio de precaución.
- A nivel de Atención Primaria hay que recuperar la accesibilidad de los pacientes y la labor de prevención y la atención al resto de patologías.
- Hay que dotar de sistemas de comunicación suficientes a los centros para que la atención telefónica sea fluida.
- Hay que liberar a los profesionales de la ingente labor burocrática y administrativa que devora su tiempo asistencial.
- Hay que garantizar la Continuidad asistencial Primaria-Hospitalaria y entre especialidades hospitalarias favoreciendo la comunicación telemática y la asunción por cada uno de las tareas administrativas, evitando la utilización de la Primaria como intermediaria.
- En los Hospitales debe haber Planes de contingencia documentados y detallados que permitan la adaptación inmediata a la cambiante situación epidemiológica.
- Debe mantenerse la atención al resto de patologías, por supuesto las de comienzo agudo y atención indemorable, pero también las enfermedades crónicas y oncológicas (prevención, diagnóstico y tratamiento).
- Debe haber una coordinación exquisita especialmente entre los establecimientos sanitarios y sociosanitarios pero también con las instituciones locales, provinciales, autonómicas y estatales y con establecimientos privados, para aprovechar al máximo los recursos disponibles.
- En la Atención a Urgencias y Emergencias, cumplir con el Real Decreto 664/1997, de 12 de mayo, sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos durante el trabajo, y con la guía de recomendaciones para los profesionales sanitarios desarrollada por la Sociedad Española de Salud Pública de septiembre de 2020,
- Pedimos campañas de información a los ciudadanos que permitan conocer la elevada actividad realizada a todos los niveles, para facilitar la compresión de la situación.
- Por último, pedimos que en el momento que sea posible se realice una auditoría del manejo de la crisis, para detectar los errores cometidos para guiar actuaciones futuras.
- A los ciudadanos queremos transmitirles un mensaje de confianza y una llamada a la responsabilidad. Su salud y seguridad siguen siendo el centro y la razón de nuestro trabajo, pero, por mucho esfuerzo adicional que realicemos los sanitarios, este será completamente inútil sin la corresponsabilidad de toda la población, a la que rogamos extreme el cumplimiento de las medidas de protección recomendadas para limitar la transmisión de la enfermedad.
Estamos en una situación muy complicada y sólo podremos superarla a nivel sanitario, social y económico si ciudadanos, gestores y sanitarios caminamos de la mano, asumimos la gravedad del momento y actuamos coordinadamente con responsabilidad, generosidad y visión de futuro, basados en la mejor evidencia científica disponible, y no en la conveniencia.