Erase una vez una nube llena de nieve que se llamaba Estrella, era una nube muy traviesa.
Un día paseando por el mundo en uno de sus muchos recorridos, llego a un desierto y pensó que era un paisaje muy aburrido y muy marrón… y decidió pintarlo de blanco. En un vuelo rasante descargo sus copos de nieve y pinto el desierto de un blanco brillante.
Sorprendiendo a tres reyes montados en camellos que se dirigían a casa tras un día de mucho trabajo. De repente recordaron su infancia y se convirtieron en niños, bajaron de sus camellos y construyeron un muñeco de nieve. Los camellos curiosos pasaron la lengua por la cabeza del muñeco ¡Mala idea¡ se quedaron pegados. Los reyes muertos de risa decidieron hacerse un selfie y después ayudaron a sus camellos.