España, al igual que Francia y muchos otros países, es conocido por su gran cultura culinaria, la dieta mediterránea y la fama de sus vinos. España es el país con más viñedos del mundo, con 949.565 hectáreas, siendo el tercer productor mundial, con 37.3 millones de hectolitros en 2020. Y no sólo somos productores, sino consumidores también, se estima que en 2019 se han bebido 7,69 litros al año por persona.

“Una copa de vino en las comidas es buena para mi salud”. Esta afirmación radica en lo que se conoce como la Paradoja Francesa, un concepto acuñado en 1980. Esta paradoja hace referencia a la baja tasa de enfermedad cardiaca que se objetivaba en Francia, a pesar del gran consumo de queso y otras grasas saturadas. Se le atribuía al vino, en especial al tinto, un beneficio sobre la salud cardiovascular y la longevidad. Sin embargo, años después se ha comprobado que esta paradoja no sólo se debe al consumo de vino, sino a los patrones alimentarios y de vida de la población francesa, así como al infra reporte de casos de enfermedad cardiovascular en este país.  En Japón, por ejemplo, la tasa de enfermedad cardiovascular es menor que la francesa, y los japoneses no beben casi vino, sino cerveza y licores.

DPH

Otro factor que se ha posicionado a favor de esta tesis, es la presencia de polifenoles, sobre todo el resveratrol. El resveratrol es un polifenol que se encuentra en los vinos tintos en bajas cantidades y se ha relacionado la con disminución del riesgo de enfermedad cardiovascular, comercializandose como suplemento antiedad y como prevención de la enfermedad cardiovascular. Revisando la literatura científica al respecto, no se encuentra ningún estudio a favor de que el consumo de este suplemento tenga algún efecto en la salud en humanos. Nos tendríamos que beber entre cien y mil vasos de vino tinto para llegar a las concentraciones necesarias que han mostrado un efecto positivo para la salud en ratones. Los polifenoles, son compuestos químicos publicitados como protectores de la salud cardiovascular actúan impidiendo la absorción de malondialdehido, un compuesto que eleva los niveles de LDL, relacionados con la aterosclerosis. Estos efectos no han sido observados una vez digeridos y metabolizados los polifenoles, por lo que por ahora los beneficios en la salud son meras especulaciones.

La asociación entre una copa de vino y el descenso en la tasa de enfermedad cardiovascular según la literatura científica actual es bastante débil, puramente observacional.  Estos estudios no pueden mostrar causa efecto, sino solo asociación.

Por lo que el consumo de vino, según la evidencia hasta ahora, no tiene efectos beneficiosos para la salud cardiovascular. Si queremos tomar una copa de vino, siempre con moderación, que sea porque nos apetece, compartiendola con amigos y familiares, con buena comida y buena conversación, que eso sí que tiene efectos beneficiosos para nuestra salud.

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1 Comentario

  1. Yo leí la noticia de un estudio de una universidad americana (hace unos 25 años) que relacionaba los taninos del vino tinto con la salud coronaria.
    Cuando el periodista Emilio Campnay comentó ese estudio, en su columna de ABC, dijo que a él, muchos años antes, el prestigioso doctor Ramon Castroviejo ya le había aconsejado que, para cuidar su corazón, bebiera vino tinto en las comidas.

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