Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la expresión ‘Fatiga Pandémica’ hace referencia a la “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”. Mar Echenique, psicóloga de Cruz Roja, lo explica como la conducta resultado de la “sensación que experimenta la persona de estar ‘quemada’”.
Esta fatiga es real, y está generada por el constante estado de alerta en el que vivimos. Los diversos cambios que toda la población ha sufrido han requerido de una rápida necesidad de adaptación y aceptación. Las rutinas repetitivas de mantenerse a salvo y prevenir el contagio son todo un foco de problemas psicológicos y emocionales (además de físicos). De hecho, la idea de que hagamos lo que hagamos estamos “sentenciados a padecer la angustia” (sentimiento de indefensión aprendida), hace caer en la desesperanza.
Durante este último año, todas las medidas necesarias que se han estado exigiendo a la población han tenido un impacto psicológico y emocional de grandes dimensiones. Tristeza y depresión; ansiedad y angustia por el miedo y las actividades que ya no realizamos, por no ver el final; apatía y desmotivación; estrés y falta de energía, unida al cansancio prolongado; o pensamientos negativos y ‘pérdida del sentido de la vida’, son algunas de las manifestaciones y trastornos psicológicos más frecuentes heredados del COVID-19.
Como resultado, una extensión del miedo como el protagonista de muchas vidas, acompañado en gran medida por la frustración. La respuesta de muchas personas pasa por la relajación de las medidas de prevención, incrementando así la probabilidad de contagio. Ante estas situaciones de riesgo debemos estar alerta, ya que las sensaciones generadas por el agotamiento y la irritabilidad alteran nuestro comportamiento, generando conductas de riesgo y afectando nuestra capacidad de control, concentración y focalización. De esta manera, ponemos en peligro a nuestra propia persona, pero también al entorno.
RECOMENDACIONES DE CRUZ ROJA ANTE LA FATIGA PANDÉMICA
- Debido a que nuestras vidas han cambiado por completo, debemos ser conscientes y reconocer cuando debemos pedir ayuda psicológica.
- Reconocer que los sentimientos ante esta nueva situación son naturales y normales, (ante una situación anormal, todo lo que ocurre es normal).
- Cuidar nuestro cuerpo mediante alguna actividad física.
- Procurar dormir de 7 a 8 horas diarias.
- Cuidar nuestra alimentación, nuestro descanso y nuestro aseo personal.
- Seleccionar las noticias y la fuente que decidimos escuchar.
- Establecer rutinas de bienestar como practicar diariamente relajación.
- Compartir anécdotas agradables.
- Recrearnos con las cosas sencillas.
- Valorar las cosas buenas cuando las tenemos.
- Pensar que cuando sucede algo desagradable, no solamente nos sucede a nosotros y nosotras, sino que es el resultado de la situación que se vive actualmente.
- Aceptar que nuestra vida ha cambiado y no tiene que ser necesariamente para mal.
- Mantener diariamente el contacto con nuestros seres queridos, realizar actividades y nuevas rutinas que nos permitan disfrutar junto a ellos.
- Mantener el contacto con personas que nos aporten bienestar a nivel mental, físico y espiritual.
- Tratar de pensar de manera objetiva, pensando que los cuidados que llevamos actualmente son necesarios, sin juzgar si nos gustan o no.
- Mantener hábitos y rutinas que incluyan la realización de actividades agradables.
- Recurrir a otras personas cuando se sienta la desesperanza acusada.
Además, la ya nombrada psicóloga recomienda realizar un esfuerzo por “conocernos más y mejor a nosotros y nosotras mismas”. Este autoconocimiento personal es una herramienta de gran calibre que nos permitirá actuar de forma más inteligente, además de hacernos más capaces de afrontar nuestras adversidades. Pese a que la psicología sea la gran olvidada en muchas ocasiones, la resiliencia y la capacidad de adaptación que nos ofrece esta ciencia son indispensables para hacer frente a situaciones como a la actual crisis.
CRUZ ROJA ‘TE ESCUCHA’
Ante esta situación, Cruz Roja cuenta con el servicio de apoyo psicosocial ‘Te Escucha’, un servicio de atención telefónica gratuita (900 107 917) para ofrecer apoyo y acompañamiento psicosocial a todas las personas que lo requieran. Asimismo, a través de su página web se puede acceder a mayor información y a otras vías de contacto, como el chat online. Este equipo proporciona una escucha activa a las personas que contactan con el servicio con el objetivo de aliviar el malestar y el sufrimiento. Además, en muchos casos, se lleva a cabo una intervención psicológica periódica para proporcionar pautas y herramientas a las personas que les permitan afrontar con éxito la situación que están sufriendo (duelo, aislamiento, estrés agudo, depresión o bajo estado de ánimo…).
Recientemente se ha creado también un nuevo espacio para prestar acompañamiento telefónico a aquellas personas que sufren situaciones de soledad no deseada. Jerarquizado en tres niveles, todos aquellos que recurran a este servicio encontrarán con seguridad una ayuda o terapia de especialistas y adecuada a su caso, problemas e inquietudes.