Creo que comparto con muchas de las personas que leerán estas líneas unas cuantas características: soy padre y me preocupa la salud física y mental de mis hijas; soy parte de una sociedad con más niños, cuya salud me preocupa tanto como la de mis hijas; me preocupan las afecciones que el dichoso virus pueda tener en su salud y en su desarrollo como personas y no tengo conocimientos médicos ni farmacológicos. Ante esa carencia de conocimientos, hasta ahora, he delegado esa responsabilidad en los médicos, quienes creo que han hecho un buen trabajo y, siguiendo sus instrucciones, he vacunado a mis hijas con lo que ha tocado en cada momento, incluso con aquellas que he tenido que pagar.
A partir de aquí puede que no todos los padres estén conmigo. Hace años que no veo la televisión porque, como persona que, en palabras de una enfermera, “se observa”, detecté que era algo tóxico y afectaba a mi salud. Sin embargo, queriendo estar informado, sí soy, o era, oyente de radio y lector de prensa. Se acabaría el papel si tuviera que relatar la cantidad de contradicciones, bobadas, mentiras veladas y mentiras burdas que nos tratan de inyectar cada día sobre el virus y la pandemia que todo lo puede. Resulta realmente estomagante escuchar o leer a tertulianos, periodistas, supuestos expertos y comisionistas varios, antaño opinando de fútbol, de política o de economía, manoseando la ciencia y la salud hasta conseguir el descrédito total de éstas, sobretodo por el acomodaticio silencio de quienes sí son autoridad en esas materias. Y la autoridad no es de quien detenta la fuerza, ni de quien tiene más altavoz, la autoridad es de quien posee el conocimiento y obedece a la razón.
Me preocupa la posibilidad de que mis hijas, y los demás niños, enfermen de Covid 19, o como quiera que se llame la enfermedad producida por el popular virus. Pero no me preocupa menos la posibilidad de que enfermen, o peor que enfermar, por inyectarles una sustancia express cuya influencia sobre su salud y fertilidad futura no puede conocerse. Por tanto, huyendo de los medios que las empresas de comunicación de masas tienen, he tratado de informarme con médicos, científicos y personal sanitario en general. Con algunos personalmente, cosa que les aconsejo, pero con otros a través de artículos aparecidos en publicaciones científicas. Mi propósito no era otro que conocer qué riesgo tienen mis hijas cuando juegan con las Pinypon, pintan, bailan, van al colegio o hacen una pijamada (sí, yo también odio esta palabra) con sus amigas, para finalmente hacer balance riesgo/beneficio ante la posibilidad de tener a mis hijas encerradas en una jaula segura o rodeadas de amigos y amigas y, más allá, de la necesidad consecuente de inyectarles, o no, una sustancia en su cuerpo.
He echado mano de dos artículos: “COVID-19 in children: clinical and epidemiological spectrum in the community”, hecho por pediatras aragoneses y publicado el 18 de agosto de 2021 en “European Journal of Pediatrics”, basado en todos los casos de coronavirus detectados en niños de Aragón, de 0 a 14 años, entre el 12 de mayo y el 31 de octubre de 2020. El otro artículo, “Pneumonia in hospitalized children during SARS-COV-2 pandemic. Is it all COVID-19? Comparison between covid and non-covid pneumonia”, publicado en marzo de 2021 en “The Pediatric Infectious Disease Journal” por, entre otros, la Jefa de sección de pediatría en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, donde estudian más de 100 casos de niños hospitalizados con neumonía durante el confinamiento; en este caso entre 0 y 16 años.
A partir de aquí trataré de ser aséptico y mostrar sólo los datos más interesantes y las conclusiones de los propios especialistas. Que cada uno saque las suyas.
De los dos artículos de los que extraigo los datos que iré relatando, hay que tener en cuenta que uno de ellos se basa en el estudio de los 111 niños de Madrid, menores de 16 años, que fueron ingresados con diagnóstico de neumonía entre el 1 de marzo y el 15 de mayo de 2020. Durante gran parte de ese periodo los colegios estaban cerrados y la población confinada. Sólo 23 de ellos fueron diagnosticados de Covid-19. El otro estudio casi es una continuación temporal, pues recoge los datos de 5933 niños, entre 0 y 14 años, que vienen a ser todos*1 los que fueron diagnosticados de Covid-19 en Aragón, entre el 12 de mayo y el 31 de octubre de 2020.
La primera pregunta a la que hay que dar respuesta es a cómo se sabe que un niño está enfermo por Covid-19.
En el caso de Madrid nos dicen que “durante la pandemia de Covid-19, muchos casos de neumonía pediátrica fueron considerados posiblemente atribuibles al SARS-Cov-2, incluso aquellos con falta de confirmación etiológica.” Nos indican que, con independencia del diagnóstico inicial, se llevaron a cabo pruebas serológicas posteriores al alta de los pacientes. De tal manera que los casos con una PCR positiva en el momento de la admisión hospitalaria y aquellos con un positivo posterior en SARS-Cov-2 IgG, hecho al menos 6 semanas después del ingreso, fueron considerados casos de neumonía asociada al SARS-CoV-2. (Sin embargo, en un folleto publicado por el propio Ministerio de Sanidad con fecha 18 de diciembre de 2020 nos dice que “La detección de anticuerpos (IgG o IgM) no se considera una prueba válida para el diagnóstico de la infección”).
1* El total real fueron 6.391, pero para el estudio se han excluido algunos por duplicidad o por carencia de datos.
Sobre las PCR nos dicen que es la prueba de referencia, pero que su sensibilidad y su especificidad en niños no está bien definida. De hecho, afirman que “los datos demuestran muy probablemente la existencia de falsos negativos”, y recomiendan volver a hacer pruebas en los casos altamente sospechosos aunque, de hecho, ellos mismos afirman que en el 20% de los pacientes con PCR positiva no fueron detectados IgG anticuerpos.
En el estudio de Aragón, nos cuentan que el protocolo de diagnóstico cambió radicalmente a partir del 12 de mayo hacia una detección general en atención primaria de todos los casos sospechosos y de sus contactos estrechos. Como consecuencia de este rastreo y de la generalización de los test en atención primaria, cambió la impresión que se tenía acerca de la enfermedad.
En cuanto al cómo es detectado el positivo, nos indican que inicialmente se consideraba positivo el que así resultaba de una PCR, pero que a partir del 7 de octubre también se incluyen los que dieron positivo en prueba de antígenos. Además, aquellos con positivo por IgG contra la proteína de la espícula y/o contra SARS-CoV-2, independientemente del resultado de la PCR o del test de antígenos, también fueron incluídos como infectados por SARS-CoV-2.
El criterio para ser sometido a un test de diagnóstico fue la presencia de cualquier síntoma compatible con la enfermedad o haber sido contacto cercano con un caso positivo, lo que se consideraba si había habido contacto hasta 48 horas antes de que comenzaran los síntomas en el paciente inicial, o de 48 horas antes del positivo en pacientes asintomáticos.
Los niños que no presentaron síntomas ni evidencia clínica entre las 48 horas previas al test y los 10 días posteriores fueron considerados asintomáticos.
En el estudio de Aragón, mucho más amplio y generalizado, pues el de Madrid es de niños hospitalizados y, por tanto, sintomáticos por una u otra causa, nos dicen que el 50,3% de los niños diagnosticados eran asintomáticos, es decir, que no estaban enfermos, que jamás hubieran sabido que tenían Covid sino porque alguien les dice que es así.
Veamos ahora cuáles fueron los síntomas en aquellos que sí percibieron alguna dolencia, con independencia de la intensidad de ésta. La presencia de fiebre, tos, congestión nasal, dolor al tragar, dificultad respiratoria, náuseas o vómitos, diarrea, dolor abdominal, algún tipo de manifestación cutánea, irritabilidad, dolor de cabeza, dolor muscular, pérdida de olfato o sabor… Sin duda síntomas familiares para cualquier persona que haya tenido niños.
El 49,7 % de los niños con positivo en Covid tuvo alguno o varios de estos síntomas, con independencia de su intensidad e, incluso, de su causa.
Curiosamente, los datos nos indican que la presencia de síntomas fue significativamente mayor en el grupo de niños de menos de 1 año. De hecho, estadísticamente, los niños menores de un año fueron ingresados en un porcentaje mucho mayor a cualquiera de las demás edades. Retengan este dato hasta el final del artículo.
La intensidad de los síntomas y su duración nos ofrece una fotografía todavía más cercana a la realidad, a la gravedad o no de esta enfermedad. Los síntomas más comunes fueron la fiebre (58,1%), la tos (46,7%), la congestión nasal (36%), el dolor al tragar (22,5%) y el dolor de cabeza (23,3%). En un 81,6% de los casos, de aquellos con síntomas, la fiebre duró 3 ó menos días. En 13 de los 5.933 niños se diagnosticó neumonía.
De los casi 6.000 niños diagnosticados, 31 fueron hospitalizados. El 0,52% de los diagnosticados o el 0,01% respecto a la población total de niños entre 0 y 14 años aragoneses (184.506) a 1 de julio de 2020. Uno de cada 10.000!!. El 12,9% (4) de los ingresados tenían otras patologías crónicas, a otro 12,9% (4) se les detectó la presencia de otras infecciones simultáneas y distintas al Covid, y el 41,9% de los ingresados no tuvieron ninguna complicación. En un 16% de los casos la causa de ingreso fue el riesgo de deshidratación. Un bebé de 3 meses con otra enfermedad grave fue la única víctima mortal.
En el caso de Madrid, donde sólo 23 de los 111 niños ingresados fueron diagnosticados de Covid, ninguno de los niños murió. También allí la coinfección, es decir, la presencia de otras infecciones en pacientes con positivo de Covid, se dio en un 17% de los casos.
El porcentaje de niños ingresados por esta enfermedad, respecto a los que han sido diagnosticados con ella, es realmente mínimo. Pero es que, además, el sistema de detección, teniendo en cuenta el porcentaje de asintomáticos, es realmente falible, como bien apuntan los autores del estudio aragonés al decir que “es importante recordar que un número mayor de infectados podría haber sido detectado…” si el cribado fuera más allá de aquellos que presentan síntomas o que han sido contacto estrecho de un positivo. Si así fuera, el porcentaje de ingresados pasaría ya de mínimo a ridículo, estadísticamente hablando. Pese a todo, con los datos actuales, un 99,47% de los niños con coronavirus no requiere hospitalización alguna.
La conclusión es clara para cualquiera, pero dejaré que la digan los propios pediatras autores del estudio. “…la infección por SARS-CoV-2 en la población pediátrica es como otras infecciones respiratorias leves de carácter vírico…siendo los síntomas leves y las complicaciones muy infrecuentes.”
En cuanto a los pocos ingresados, además, el pediatra oscense Jorge García Dihinx, declaraba recientemente en un medio provincial que “no ha habido apenas ingresos de infantes, solo de algún bebé al que se le dejaba en observación para prevenir, y tampoco se ha visto que les haya dejado ninguna secuela.”
No comprendo cómo, pese a la evidencia, todavía se insiste en la posibilidad de una vacunación masiva e indiscriminada de los niños, contra un virus que, a tenor de los datos, no supone ningún riesgo para ellos. Inocular una sustancia en una persona no es nunca inocuo. Ya se sabe que “todas las setas son comestibles, pero algunas sólo una vez”.
Interesante artículo de opinión. El título me parece confuso, ya que la palabra proteger, en el contexto de la vacuna, aplica al 100% de la población (de niños y adultos) ya que a menor grado de infección entre niños, menor tasa de transmisión (para niños y adultos) y menor probabilidad de mutación para el virus (para niños y adultos). El 0.017% de los niños (es decir, más de 1000 niños en España) no se protegerían, se salvarían de una infección que requiere ingreso hospitalario. Si se pretende incentivar y promover la vacunación, tal vez sería mas correcto cambiar el título a: “Vacunar a todos los niños: Una acción masiva para salvar a 1000 niños españoles de ingresar por Covid”. Aunque si el objeto del artículo es desincentivar la vacunación, podríamos referir los datos exclusivamente al Somontano, donde el 0.017% de la población infantil no alcanza ni para un solo niño. Así podríamos decir: “Vacunar a todos los niños: Una acción masiva para no salvar a ningún niño del Somontano de Barbastro”.
Es interesante el artículo por los datos que da, pero realmente el tema de la vacunación no es para salvar a una u otra franja de edad, sino para salvar a los más vulnerables, a más personas vacunadas menos contagios ( hay estudios que ya han encontrado anticuerpos neutralizantes en personas vacunadas), así que no se trata de salvar niños sino de cortar la cadena de contagios. Me parece un error intentar justificar la no vacunación de l@s niñ@s, cuando desde el día uno se dijo que la vacunación masiva era para cortar la transmisión, a parte de salvar vidas.
Eso es, pongamos a los niños como cortafuego. Se esta perdiendo el Norte.
Muchas gracias por tu articulo, muy interesante e iluminador. Te escribo desde Chile, donde esta semana se aprobó el uso de la vacuna sinovac para niños desde 6 años, veo con mucho temor esta aprobación, ya que ni siquiera se ha terminado el estudio que se está llevando a cabo en niños acá, por lo que se tomaron los datos chinos, de un estudio en 500 niños, y si bien con esto se ha aprobado también su uso en china, aún no se han vacunado ya que como son muchos todavía van en la edad de 12 años (mas menos, dependen de la región) por lo que siento que nos tienen para experimentar. Además la decisión la tomaron 7 personas, donde 3 votaron en contra de vacunar a menores de 12, aun así ya se está trabajando en un plan de vacunación en colegios. Espero que las autoridades chilenas recapaciten y esperen por lo menos tener resultados del estudio que se está realizando.
Buenas que trabajo realizar este artículo, enhorabuena, hay datos reales, verdaderos, científicos, contrastables infinitos para no vacunar a los niños.
Pero el simple sentido común, la comprensión de la biología, y del ser; son más que suficientes para creer más en nuestro gran poder sanador, equilibrador a lo largo de tantos siglos. Ahora la buena ciencia está comprendiendo, estudiando y explicando lo que hasta ahora no se podía expresar en palabras. Que somos la entidad más perfecta y evolucionada que hay, lo que nuestra genética, Adn, células, virus, bacterias y pensamientos hacen para que sobrevivamos, nos adaptemos, y evolucionemos. Creer que la médicina con sus medicamentos químicos abusivos, dañinos y tan tóxicos pueden curarnos es un error; sólo la buena y verdadera medicina, la tecnología y avances no agresivos y dañinos, o tóxicos que hagamos, bien aplicados serán de un gran aporte y beneficio.
Por apartarnos del saber natural, estamos donde estamos, la verdadera vacuna que cura absolutamente toda enfermedad, es el conocimiento verdadero de quienes somos y como funciona nuestro gran cuerpo. Gracias a la situación que estamos viviendo podemos darnos cuenta de las cosas tan malas que hemos hecho. Es el momento de cambiar y buscar la verdad de todo.
De nuevo gracias por la valentía de escribir este gran articulo, que sirva para que todos cuestionemos, analicemos, pensemos bien antes de tomar decisiones y aprendamos cada día más
Después de semejante batiburrillo de datos va y el artículo no nos dice de donde sale el 0,0168016 % ¡Jolín! Ni siquiera nos informa de qué es este porcentaje ¿de niños, de personas febriles, de madrileños nacidos en Zaragoza? ni aclara de qué se protege ¿del virus, de la diarrea, del lobo feroz?
Curiosamente, a pesar de que el autor afirma no ver la tele el estilo se parece mucho al de algunos que salen ella. Se mezclan temas, se habla de la vida personal del autor -vacuno a mis hijos incluso con las que he tenido que pagar (¡ojo al dato!)-, se hacen afirmaciones grandilocuentes gratuitas -sustancia expres cuya influencia sobre su salud y FERTILIDAD FUTURA no puede conocerse (yo también me preocuparía si me la tuvieran que inyectar)-, se contraponen dos datos, afección de virus contra afección de vacunas, cuando el primero de ellos aun se está estudiando y el otro ni siquiera existe (las vacunas de Covid-19 para menores de 12 años a día de hoy no existen en Europa y, por tanto, mucho menos los datos de sus efectos), y un sin fin de etcéteras. En resumen, populismo de alto nivel.
De momento sigo reteniendo el dato de los ingresos de los de menos de un año por si hay segunda parte, y mientras, para mantener el rigor científico seguiré con el horóscopo, que veo que está colgado el de septiembre y ya voy tarde. Luego me acercaré a la ofrenda.
Simplemente recordar, como sanitaria, que el hecho de estar vacunado NO evita que te contagies ni que contagies. No hay ni una sola evidencia científica de que las vacunas Covid eviten la transmisión. Por lo tanto el argumento “solidario” no cabe en este tema.
La vacunación, si acaso, protege al vacunado, no al resto. Por lo que debe ser una decisión voluntaria y personal y debe ser tomada libremente tras ser informado y sopesar el riesgo/beneficio particular
Gracias por tan corta explicación pero argumenta una defensa buenísima, al querer convencer con tan mágica palabra ” SER SOLIDARIO”.
Que podamos ejercer esa libertad es ahora lo que peligra, saludos.
Mierdas como esta abundan en internet e incluso en Barbastro, en el Barrio de San Jose, estan las farolas llenas de soflamas alentando a la gente a no vacunarse, y que yo sepa, hasta ahora mismo no es obligatorio que la gente lo haga, asi que : al señor o señora que firma el articulo y a los demas que le aplauden, hagan lo que les de la real gana, vacunense si les apetece, pero dejen al resto de la gente en paz. ….
No entiendo por qué le llaman vacuna a algo que no lo es, es ARNm y si alguien sabe los componentes de la inyección por favor, que los publique. La gente se está inyectando sin saber lo que le entra en su cuerpo. Para comprar un antibiótico necesitas una receta médica pero para un experimento de ARN solamente tienes que poner el brazo. Si alguien lo entiende que lo explique. Él nuevo orden mundial es quien manda y los demás a obedecer sin rechistar. Como corderillos .….
Te adjunto la definición de vacunar, la de vacuna la puedes inferir de la misma definición, y si todavía no lo entiendes, plantéate unas clases de repaso de EGB
3. tr. Inocular una vacuna a una persona o a un animal para provocar en ellos una respuesta de defensa y preservarlos de una enfermedad determinada. U. t. c. prnl. U. t. en sent. fig. Estoy vacunado CONTRA los excesos demagógicos.Ó