Tenía ocho años cuando mataron a Kennedy y recuerdo con detalle cómo supe la conmovedora noticia: Mi madre abrió la puerta de la habitación para despertarme (dormía en una cama plegable en una vivienda de las Casas Baratas); su silueta se recortó sobre la primera luz tras las ventanas del comedor, y a oscuras se acercó lentamente a mi cama, para decirme en voz baja: “¡ Han matado a Kennedy !”. Yo quedé muy impresionado , pues era un hombre muy popular, con su aspecto joven y aseado, y por la simpatía que irradiaba su admirada esposa Jacqueline.
(Por aquel entonces habían secuestrado a Alferdo di Stefano en Sudamérica, y la noticia tuvo en vilo a mi familia, y a los niños de la calle, muy atentos a las noticias de la radio…)
Un año antes, cuando yo tenía siete, la crisis de Estados Unidos con Rusia por los misiles en Cuba había dado mucha popularidad a Kennedy. Aquella crisis la recuerdo como una profunda tensión política que nos acercaba a lo desconocido. Los domingos por la mañana, al salir de misa, mi padre nos llevaba a ver a sus padres (en la “Casa de los colorines”) visita que él aprovechaba para leer el diario “Ya”, de sus hermanos. La imagen de mi padre leyendo tantas palabras sobre tan grandes hojas me impresionaba, y me preguntaba si algún día yo sería capaz de leer tanto como él… Cuando aquella crisis el “Ya” publicó una viñeta que recuerdo perfectamente: era de un avión sobre Cuba entera, rodeada de barcos, y en primer plano un piloto (¿Kennedy o Fidel Castro?) que decía algo que, lógicamente, no recuerdo.
Nací el mismo año que Miguel Bosé y que el periodista y escritor José Maria Marco, ambos alumnos del Liceo francés de Madrid. Recientemente Bosé fue entrevistado por Marco con motivo de la presentación de su libro “El hijo del Capitán Trueno”, y en la entrevista, tras resaltar que en aquel Liceo francés había más libertad e información que en otros sitios, Bosé rememora cómo supo del asesinato de Kennedy, que fue así: el profesor de matemáticas se asomó por la puerta de la clase y les dio la noticia, en francés, lo que provocó una reacción dolorosa en el pequeño José María Marco. Y añade Bosé (sic):
Pensé: Ya somos dos que sabemos quien es el Presidente Kennedy, porque ahí nadie sabía quien era el Presidente Kennedy, ni niños ni seguramente (franceses si) el resto de niños, ni profesores españoles…
(Libros con Marco (I): Miguel Bosé, ‘El hijo del Capitán Trueno’ – Libertad Digital – Cultura )
Esa afirmación es falsa, pues muchos niños españoles conocíamos a Kennedy cuando lo mataron, y despierta en mí esta pregunta: ¿En qué mundo vivía Bosé cuando era niño?. Llevo mucho tiempo oyendo embustes y distorsiones sobre cómo era la España que conocí en mi infancia y adolescencia; creo que no siempre hay intención de mentir, sino mera confusión entre lo que acontecía en cada hogar con lo que sucedía fuera de él (“ahí”, en palabras de Bosé) , extrapolando la experiencia personal con la sociedad en general.
La España triste, oscura, atemorizada, en blanco y negro, que algunos repiten machaconamente, no se corresponde en nada con la que yo recuerdo. Lógicamente mi cosmos de percepción era un hogar, mi comunidad con seis familias, mi barrio de las Casas Baratas, y Costean donde pasaba vacaciones de invierno y verano… Sobre la alegría y vitalismo de aquella España que recuerdo (alegre, fiestera y bromista) Julián Marías escribió una tesis donde mantiene que cuando una sociedad supera un trauma, como es la guerra, corre a divertirse y a disfrutar de la vida, porque la vida es corta… A su vez Fernando Sánchez Dragó, en su biografía “Galgo corredor”, retrata esa misma sociedad, y su experiencia en prisión por comunista… Y Axel Munthe, que vivió el terremoto de Messina donde murieron miles de personas, reflexiona parecido sobre cómo es la reacción social posterior a un doloroso desastre.
Por delante del chalet de Bosé, en Somosaguas, pasaba a diario el autobús de la mili y siempre dirigía la mirada hacia la bella escultura de la entrada, de estilo romano. Según sus memorias en aquel chalet se vivía en una “montaña rusa” de emociones y pendencias; un microcosmos burgués de algarabías, tensiones, gritos, disputas, cuernos, conflictos, enredos… Y de aquel “negro y oscuro” chalet salio una mañana el pequeño Miguel sin enterarse de que habían matado a Kennedy; pero otros salimos de nuestras alegres y soleadas Casas Baratas con la noticia ya sabida.
Hoy aquel niño, a quien ZP propuso para Ministro de Cultura, nos cuenta que casi nadie conocía a Kennedy ni siquiera los profesores del liceo francés (los profesores franceses sí, los profesores españoles no…)
Quizá cuando un niño vive en una “montaña rusa” la realidad no la percibe bien, porque el ojo no se acostumbra a tanto tembleque.
Estoy completamente de acuerdo con lo que dice: “Llevo mucho tiempo oyendo embustes y distorsiones sobre cómo era la España que conocí en mi infancia y adolescencia…”.
De esos embustes y distorsiones emergen partidos políticos como VOX, de gente que confunde el franquismo con su juventud (aquellos maravillosos años anteriores a la Viagra).
Saludos.