Es posible que ser hija de agricultor me haga ver la situación con el enfoque de un filtro diferente. Sin embargo, dejando aparte de ese matiz personal, la mayoría coincidimos en que se está demostrando que el sector agrícola necesita un plan de choque efectivo para evitar su desaparición en España. No exagero y basta con preguntar a muchos de nuestros agricultores y ganaderos por el presente y el futuro.
Esta vez, una desmedida subida de los costes de producción y la imposibilidad para las explotaciones agrarias de repercutir esas subidas en los precios finales de su producción, les está llevando a una situación crítica. Para “más inri” hay alguien que sí se está enriqueciendo con el trabajo sacrificado de los agricultores porque en las últimas semanas los productos básicos de la cesta de la compra como el pan, la leche, los huevos o el aceite de oliva ya han disparado sus precios en los lineales de supermercados.
A esta incertidumbre inmediata hay que unir la que sufren cada vez que el político de turno, normalmente urbano, decide hablar de la PAC o de un plan de mejoras rurales. A los agricultores, se les ha colgado la etiqueta de llorones y subvencionados, pero que a nadie se le olvide que además de realizar duras jornadas en el tractor, la granja o el papeleo, lo hacen sin saber a cómo van a cobrar su producción finalmente y ni siquiera, si llegarán a recogerla tras una pedregada, una plaga, un lobo o un seguro que no alcanza a cubrir tanto esfuerzo. ¿Alguien se plantea esa casuística en otro sector? Francamente, yo no.
En nuestra comarca del Somontano y en su capital Barbastro, el peso de la agricultura, la ganadería y el sector primario en general sigue siendo básico, tanto socialmente (empleo, familia, pueblos) como económicamente (actividad, ingresos) y asegura la conservación del entorno y el medio ambiente e incluso se despliega en intangibles como la promoción e imagen exterior positiva de la zona o en la confianza en nosotros mismos: las marcas Barbastro y Somontano, no sólo viajan en barquillas desde la huerta o en botellas desde las bodegas, sino que también vuelan en la imaginación y el atractivo desde lejos o en el orgullo y la autoestima aquí, en estas gentes.
Por eso, desde el Partido Aragonés llevamos ya una década negociando con los equipos de gobierno municipales para realizar acciones que definan a Barbastro como referencia de agroalimentación de calidad. También, no vamos a obviarlo, colaborando para tratar de cortar el éxodo de somontaneses hacia Zaragoza, Madrid o Barcelona, es decir para frenar la tendencia alcista de despoblación en nuestra comarca, porque cada explotación que no se transmite a la juventud, implica emigración y pérdida, también culturalmente.
Es cierto que la combinación, a principios de siglo, entre agricultura y turismo ha dado un respiro a las pequeñas explotaciones situadas entre la N-240 y la Sierra de Guara. A todas luces, eso resulta ya insuficiente. Debemos dar un paso adelante para, entre todos, agricultores, habitantes y administraciones ser capaces de avanzar los pasos necesarios a fin de producir, transformar y comercializar nuestros cultivos, fijando aquí el valor añadido y generando oportunidades de futuro.
Tenemos muy buenos ejemplos: el vino, el tomate rosa, algunos productos cárnicos, mermeladas, aceite…. Debemos ampliarlos incorporando la universidad a las explotaciones, la solidaridad a los habitantes para consumir productos de proximidad y el empuje de las administraciones para construir infraestructuras imprescindibles sobre las realizar este cambio.
Mientras tanto, cada día, nos sentamos a comer e irreflexivamente disfrutamos de los frutos del campo sin pensar que detrás de cada alimento hay un agricultor que está en inferioridad de condiciones con respeto a sus homólogos europeos. Del esfuerzo, sacrificio y voluntad de los agricultores ha dependido siempre el bienestar de la sociedad. De su saber y su capacidad de cambio nos hemos dado cuenta durante el confinamiento, tan esenciales como siempre, así que sería interesante que, además de no tolerar la crítica injusta cuando un agricultor se queja con razón y razones, hagamos el esfuerzo de consumir productos de proximidad, solidarizarnos con sus duras circunstancias, apoyar sus reivindicaciones porque, aunque algunos no lo crean, los agricultores solo pretenden llevar una vida digna trabajando en lo que más les gusta. No pueden vivir del aire porque viven de la tierra. No podemos vivir sin ellos porque los alimentos no se fabrican.
En el Partido Aragonés, seguiremos cooperando para que estas ideas se consoliden y se concreten en iniciativas públicas, normativas asumibles y recursos institucionales que favorezcan la producción agraria y la vida de los agricultores y ganaderos, sector clave y estratégico en Aragón. Juntos, trataremos de resistir e ir ganando espacios de futuro, educando a las nuevas generaciones para que valoren el deleite gastronómico y el papel de la correcta alimentación en una buena supervivencia, sabiendo que el ordio no nace porque sí. Entre todos podemos conseguirlo, seguro.