Como actuación arqueológica preventiva vinculada a las obras de mejora y acondicionamiento de la antigua carretera A-1232, a finales de octubre del año 2018, comenzaron los trabajos de excavación arqueológica de la zona afectada por la construcción de un muro de contención del talud longitudinal de esta travesía. El origen de dicho talud se remonta a la colosal zanja practicada a principios del siglo XX para que transcurriera por ella la conocida como carretera de Salas.

El terreno afectado por la construcción de este muro de contención correspondería a una estrecha franja de tierra, dispuesta norte-sur, paralela al talud occidental de la carretera, desde el puente de San Miguel a la curva del conocido silo. Las excavaciones arqueológicas descubrieron que este terreno se encontraba originalmente dividido en cuatro parcelas escalonadas decrecientemente hacia el norte.

Los trabajos arqueológicos se prolongaron durante 5 meses con la idea de descubrir, delimitar y valorar el potencial arqueológico de este desconocido espacio, en la búsqueda de soluciones técnicas para la instalación de dicho muro de contención. El final de la intervención arqueológica fue abrupto por diferentes cuestiones, destacando las económicas y alegando sobrecostes en la ejecución del proyecto, quedando las fases de excavación arqueológica y de estudio inconclusas. Motivo por el cual, en ninguna de las 4 parcelas orográficas en las que se divide este importante yacimiento arqueológico se pudo finalizar la excavación arqueológica y las consecuentes investigaciones.

Esta actuación arqueológica se completó, con una segunda intervención, a finales de 2020, únicamente para la consolidación, protección y cubrición de los restos aparecidos, que se estaban degradando día a día. Además se reforzaron con estructuras provisionales, pero de gran solidez, aquellos tramos exteriores del talud que presentaban mayor peligro de colapso y derrumbe sobre la carretera.

El retraso en la ejecución de esta fase de protección y cubrición de los restos ya había provocado un serio deterioro en el yacimiento y de los taludes exteriores, siendo su cara más visible los derrumbes parciales de dicho talud, que afectaron a algunos sectores del yacimiento. Colapsos peligrosos de los que se hicieron eco, en su momento, los medios de comunicación, lo que indirectamente aceleraría las medidas de protección del enclave arqueológico.

A pesar de estas vicisitudes, los hallazgos y descubrimientos realizados fueron numerosos y muy importantes, encontrándonos ante un yacimiento de vital importancia para el conocimiento de los orígenes y de la historia de Barbastro.
Pese a la cancelación súbita de los trabajos arqueológicos, la parcela más excavada fue la septentrional (4); no obstante, sus niveles más importantes tampoco se pudieron terminar de excavar. Por el contrario, en la parcela 3 ni siquiera pudieron comenzar las excavaciones arqueológicas, salvo la extracción del terreno superficial, pese a mostrar una singular estructura circular que se comenzaba a vislumbrar. La parcela 1, situada más al sur, aportará restos estructurales de distintas épocas bajo una importante necrópolis y, en la parcela 2, surgirán restos diversos desde la época medieval.

Las estructuras documentadas y el material arqueológico recuperado corresponden a distintas épocas, las cuales abarcan un inmenso período histórico, a destacar como curiosidad un nivel de época romana, siglo I-III d.C., al que escasamente se pudo acceder al interrumpirse bruscamente los trabajos arqueológicos y, en consecuencia, vagamente documentado. Este nivel romano, que afloraba bajo los cimientos de una singular vivienda musulmana, podría retrasar en 1000 años los orígenes de la ciudad. En contraposición, aunque los niveles más modernos corresponden a la contienda franco-española del siglo XIX, los aportes arqueológicos más numerosos pertenecen a dos momentos. En primer lugar a la época medieval, con restos de estructuras defensivas y viviendas domésticas andalusís y de época moderna-contemporánea (arrabal) y, en segundo lugar, la época moderna-contemporánea, con aportes de una importante comunidad cristiana conventual, y su reflejo necropolitano. Tanto esta gran necrópolis hallada en la parcela 1, como los restos de estructuras (parcelas 1 y 2) no pudieron ser excavados en su totalidad, como tampoco lo fueron dos tramos de muros defensivos (uno de ellos andalusí, siglos IX-XI) o las construcciones domésticas de un arrabal musulmán, donde destacaba una vivienda con excelente grado de conservación en la parcela 4 (“única y excepcional” según especialistas consultados). También quedará oculta para ciudadanos e investigadores la estructura circular citada anteriormente en la parcela 3, de la que se desconoce su función. Tampoco pudieron estudiarse dos “cías” o almacenes medievales de grano excavados en la roca y que, a raíz de los derrumbes antes mencionados, se perdieron para siempre.

Desde la dirección arqueológica lamentamos que los responsables de las obras, tanto promotores, como instituciones implicadas en su gestión y en la de los restos arqueológicos (cuya excavación e investigaciones arqueológicas quedaron inconclusas) no supieran valorar en su momento la riqueza cultural, histórica y científica que pudo aportar este enclave arqueológico a la ciudad de Barbastro y su entorno. Lejos de asumirlo como un problema, debieron contemplarlo como una oportunidad única para la ciudad, ofreciendo un trato especial como recurso científico, cultural e incluso turístico, con planes de integración en recorridos culturales, planes de estudio, campañas de investigación universitaria, actividades promocionales, etc.