María Morera
María Jesús Morera, portavoz del Partido Aragonés en el Ayuntamiento de Barbastro,

Muchos empezamos el año con la costumbre de plantearnos buenos propósitos que conseguir en los próximos meses. Conviene reconocer que algunas de esas intenciones las repetimos cada primero de enero desde…  sin demasiado éxito y quizá sería preciso repensar si merecen figurar como objetivos, quizá valorar nuestra capacidad para lograrlos o, por otro lado, aplicar un verdadero esfuerzo que nos lleve a alcanzar la meta deseada. De lo contrario, el riesgo de la frustración se hará presente.

Sin embargo, hay otras de esas metas que hemos logrado, además de las que van surgiendo a lo largo del año y ya figuran también en nuestro palmarés particular. 

Este devenir personal e individual se puede extrapolar al día a día de nuestro entorno familiar, de nuestra ciudad, de la sociedad en general: cuando aparece un desafío, un proyecto, una obligación, empezamos de cero en un momento determinado y frente a ese reto en particular.

Es decir, desde el punto de vista colectivo, también nos planteamos propósitos que llevar a cabo, no necesariamente al inicio del año, sino con un horizonte común de prosperidad, de avance, progreso, desarrollo y bienestar, que puede exigir la constancia de todos. Sin duda, en este aspecto, el rasgo de perseverancia del carácter propio de los aragoneses es un factor favorable. Mientras algunos lo confunden con tozudez o contumacia, nosotros sabemos que es tesón.

Indudablemente, resulta evidente que comenzamos este 2022 con la expectativa necesaria de superar la pandemia. Es una tarea que depende de la responsabilidad de cada cual y también de las actitudes y comportamientos que compartimos, así como de las decisiones y gestión de las instituciones, en muchas materias, con la Sanidad por delante. El virus nos ha enseñado dolorosamente que las predicciones fallan, pero juntos mantenemos izada la bandera de la esperanza para que en próximas semanas se acabe definitivamente esta ola y en meses venideros, se pueda si no terminar definitivamente con esta tremenda situación, ponerla bajo control aquí y en el resto del mundo.

Sin embargo, en otros ámbitos, hay intenciones y fines que hemos conseguido y que debemos constatar porque los éxitos de todos merecen ser valorados y servir para afrontar nuevas perspectivas con mayor resolución, sabiendo que están en nuestras manos, por muy difíciles o lejanas que parezcan.    

En Barbastro, un 2 de febrero de 2010, la empresa encargada de realizar las obras, entregó al Gobierno de Aragón, el edificio remodelado del antiguo palacio episcopal, convertido ya en Museo Diocesano. Por aquel entonces el Partido Aragonés, tuvo mucho que ver en el apoyo a la inversión, porque suponía poner un pilar importante para conseguir dos objetivos claves en la línea política del PAR y además básicos para Barbastro: recuperar el patrimonio cultural de las parroquias aragonesas retenido en Lérida y empezar a sembrar un germen que fuera motor de desarrollo turístico para la ciudad y para los municipios en los que estuvieron los bienes. Junto a ello, el simbolismo de esas piezas para nuestra identidad como pueblo aragonés y de la lucha por su devolución y retorno como conquista del respeto que Aragón se ha ganado, eran y son verdaderos vectores de acción para nosotros. 

Aquella conclusión de las obras del museo fue un momento feliz y, a pesar de las críticas, en el año recién terminado, se ha demostrado que sin una sede como la que hace ya casi doce años se recibió, no hubiera sido posible que las 111 obras estuvieran hoy de vuelta en casa, recuperadas y expuestas para conocimiento general. Así, el pasado 20 de diciembre, con la inauguración de la muestra de 66 de las obras devueltas, su culminó pues un propósito iniciado hace décadas por un grupo de personas que tenían claro que los bienes debían e iban a volver, por lo que se tenía que preparar una ubicación a la que nadie pudiera poner ninguna objeción y fuera útil para la difusión y el orgullo. Tenemos que felicitarnos por ello, porque la sociedad barbastrense y aragonesa ha triunfado cuando en muchas ocasiones, parecía imposible. 

Para este año 2022, es posible que se cumpla alguno de otros propósitos largamente demandados por los habitantes del Somontano y de Barbastro en particular, y como en el caso del Museo Diocesano, lo realmente importante será, no la foto que alguno se haga intentando ponerse la medalla, sino que el liderazgo de unos cuantos junto al trabajo y las negociaciones políticas apropiadas de otros, junto con el apoyo de la sociedad, han sido capaces de lograr un bien para toda una comunidad. Se trata de un trabajo en equipo para beneficio de todos. 

Por ello, es importante ponernos retos, propósitos o metas, analizar los fracasos para reconducir las acciones, trabajar en equipo para lograr con la amplitud de miras necesaria, afrontar los retos que tenemos como sociedad, superar diferencias y forjar acuerdos de colaboración para ser eficientes, aprovechar las capacidades y recursos de nuestro territorio y nuestras gentes, detectando su potencial y sus necesidades. Con estas ilusiones, estos criterios y voluntad de esfuerzo, vamos a seguir trabajando.

 

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