Todos sabemos que en el día de la Candelaria se bendicen velas. Antiguamente se usaban para las personas enfermas y para encenderlas los días de tormenta en busca de protección. Pero en la Regla del monasterio de Sijena, redactada por el Obispo de Huesca Ricardo en 1188, vemos otro uso; el funerario. En esta regla hay varios epígrafes que tratan de la unción de las monjas enfermas y de cómo se debían enterrar.
De forma resumida diremos que se preparaba el cuerpo entre cantos, oraciones y finalmente se colocaba en el coro de la Iglesia con cuatro candeleros, dos a cada extremo del ataúd y cubiertos por el manto con la cruz de Malta.
Entre otros cantos y oraciones a la monja difunta se le rezaba de madrugada el psalterio de difuntos. A la hora ordinaria decían Prima, y después marchaban, como era costumbre antes del capítulo. Hechas las tres oraciones, se cantada la misa de difuntos e iban a capítulo. Según la festividad había variaciones y en concreto los que llevaban cirios bendecidos en el día de la Candelera permanecían en el Coro mayor, hasta terminado el tercer responso y oración. Cuando empezaba el cuarto responso Domine Deus, los que llevaban el féretro, lo sacaban de la Iglesia, precedido de agua bendita é incensario, cruz, luces y se llevaba al sepulcro donde se enterraba a la difunta.
Este uso funerario de las velas de la Candelera hunde sus raíces en la mitología griega.
Perséfone, hija del dios Zeus y su esposa Demeter, diosa de la agricultura vivía apartada del mundo y protegida por su madre. A pesar de esta protección, el dios Hades que reinaba en el inframundo o reino de los muertos la conocía y estaba ciegamente enamorada de ella y finalmente la secuestro y se la llevo a su reino. Demeter, se puso a buscarla incluso de noche con una antorcha. Mientras la tierra se volvía yerma. Al ver Zeus esta situación ordenó a otro de sus hijos, Hermes que la encontrase. Finalmente la trajo de nuevo a la tierra. Pero Hades no renunciaba a ella, por lo que Zeus pacto con él que Perséfone debería de regresar cada seis meses al inframundo. Así, cuando Perséfone regresaba al mundo de los vivos renacía la vida en la tierra surgiendo la estación de la primavera. Se simbolizaba de de esta manera el cambio de las estaciones frías a las cálidas y viceversa.
Para conmemorar este suceso, hombres y mujeres celebrarían una fiesta a principios del mes de febrero, donde con candelas y el encendido de hogueras se representaría esta búsqueda de Perséfone por parte de Demeter. En Roma asimilaron este mito y se hacia una procesión con antorchas.
En Barbastro también se hacia esta procesión de las antorchas por la gente del Entremuro el día de la Candelera pero a mediados del siglo XX la pasaron al mes de septiembre. Con todo la referencia de Sijena es una de las más antiguas de la costumbre de la Candelera.