Qué diferente sería todo si nos hubieran educado con esta premisa: “No hagas nada ni por obligación, ni por compromiso, sino por amor”.

¿Desde dónde hacemos las cosas? Esta es una cuestión que debemos hacernos y contestarnos con sinceridad.

Hay veces que hacemos las cosas desde la obligación, sometidos sin saberlo al yugo de nuestras creencias cada vez más pesadas.

Otras veces, hacemos las cosas movidos por el deseo de complacer, de ayudar, de hacer felices a los demás o simplemente por quedar bien.

La realidad es que demasiado a menudo nuestras acciones responden al miedo y actuamos desde allí: hago esto para que me quieran, para que no se enfaden, para no decepcionar…

¿Y qué tal si antes de actuar nos planteamos cuál es nuestra verdadera intención?

Os invito a que os hagáis estas dos preguntas: ¿desde dónde lo hago? Y ¿para qué? Os aseguro que os sorprenderéis y os ayudarán a conoceros cada vez más. Hacer las cosas por amor nos llena de felicidad pero recordad que para poder ofrecerlo antes debemos llenar el depósito de nuestro corazón. Es desde allí cuando podemos dar sin desgastarnos porque hemos alineado pensamiento, sentimiento y acción. Transitar el camino de la coherencia no es fácil ¡pero merece la pena intentarlo!

 

SUSCRIPCION
Sal de Ronda
GOB ARAGON surge

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here