La provincia oscense se haya repleta de localizaciones extraordinarias que hacen las delicias de los muchos viajeros que se deciden a visitarla. Tanto sus poblaciones como sus entornos naturales gozan de algunas de las mejores valoraciones entre quienes son aficionados al turismo nacional, lo que en los últimos tiempos ha motivado la llegada constante de visitantes que quieren disfrutar de sus numerosos atractivos. Sin embargo, el círculo rural que completa la provincia cuenta con un enclave especialmente sugerente que incluso ha sido publicado en la lista oficial de “los pueblos más bonitos de España“: Ansó. Sin duda, un título que le ha servido para posicionarse a su vez entre los pueblos más visitados de Huesca y Aragón.
Situado en el valle de Ansó, en la zona más occidental del Pirineo aragonés, esta hermosa villa pirenaica se encuadra dentro del conjunto que compone el Parque Natural de los Valles Occidentales. Frente a otras ubicaciones de este tipo más masificadas, Ansó es el lugar ideal para hacer una escapada de fin de semana y descansar del estrés cotidiano en contacto con una espectacular naturaleza de montaña. Su localización, además, hace también a este pueblo llamativo para aquellos que buscan las distintas actividades que el entorno ofrece.
¿Dónde hospedarse?
La atractiva visión de este municipio oscense reúne en él a lo largo del año a numerosos grupos de turistas, sobre todo del ámbito nacional, que se acercan a Ansó para regalarse los sentidos con su estética tanto urbana como natural. A esto se debe añadir que el hospedaje en esta localidad es totalmente satisfactorio y ofrece descanso y comodidad que garantizan la estancia total en este egregio enclave aragonés. Gracias al hostal Kimboa cualquiera que organice su visita a este pueblo cuenta con un lugar de referencia tanto municipal como comarcal en el que podrá disfrutar de las calidades de un buen alojamiento en Ansó a precios muy asequibles.
Otra de las facetas más llamativas de esta localidad, como de Huesca y Aragón en general, es su gastronomía. Los extraordinarios productos que la tierra ofrece, los platos típicos de los montañeses y los métodos tradicionales que se usan para la cocina regional suponen uno de los mayores encantos para el turismo. En este contexto, detenerse a comer en Ansó es una actividad obligada para quienes recurren sus calles deleitándose con la belleza de un conjunto de construcciones antiguas en mitad de un escenario histórico natural como el que ofrecen los Pirineos. Precisamente para buscar un buen restaurante en Ansó, los turistas pueden de nuevo recurrir al hostal Kimboa, donde la familia que lo regenta los acomodará en sus salones para que degusten plácidamente platos tan típicos del lugar como las migas o las deliciosas carnes a la brasa.
En cuanto al descanso, la instalaciones de este conocido hospedaje están perfectamente equipadas y capacitadas para acoger a visitantes de todas las clases y condiciones. Desde modestas parejas que buscan el descanso de la sencillez hasta grupos numerosos de familias y amigos. Los tres modelos de habitaciones de que dispone suponen una solución eficaz a los problemas de espacio más exigente. Para aquellas parejas que quieran intimidad y unión, las habitaciones de matrimonio son las más demandadas. Cuentan con una cama matrimonial de amplias dimensiones, el mobiliario necesario para acomodar todo el equipaje y un baño propio que favorece la tranquilidad de una estancia apacible. En cuanto al segundo tipo, la doble individual, cuenta con dos camas unidas, a modo de cama de matrimonio, pero respetando cierta independencia. Este formato las hace ideales para albergar también a grupos más grandes como una familia al completo de padres e hijos. Por último, la doble individual separada dispone de dos camas propias separadas entre sí. Esta distribución las hace las más oportunas para aquellos viajes de amigos en los que cada anfitrión demanda un descanso y una comodidad propia.
Actividades en el valle de Ansó
El atractivo de Ansó no reside únicamente en su belleza, sino que también las muchas actividades que el entorno ofrece hacen las veces de cantos de sirena para que los viajeros decidan acercarse hasta este pueblo pirenaico. Las actividades relacionadas con el deporte son las más llamativas de entre la amplia diversidad. La geografía del lugar invita al senderismo, el montañismo, la pesca o el esquí de fondo en la estación de Cadanchu, que queda no demasiado lejos del propio municipio. Además, también la fauna y la flora montesa invitan a quienes son aficionados a disciplinas como la ornitología o la micología, que pueden practicarse con desenvoltura gracias a las condiciones casi vírgenes del espacio natural que rodea Ansó. Cómo no, también el paisaje hace de este valle un lugar idóneo para los seguidores de la fotografía. El ambiente de una zona donde los Pirineos se arrodillan a los pies del visitante lo hacen un enclave especial para ser retratado.