Palabras como “En Ucrania se me ha quedado toda una vida” muestran el dolor de miles de personas que han tenido que partir de sus hogares por la guerra. Diversos son los destinos en los que muchos refugiados han puesto sus esperanzas en un momento de tensión y miedo ocasionado por el conflicto. Desde familias separadas, hasta iniciativas solidarias son parte del día a día de estas personas.
Refugiados en Peralta de Sal
Uno de los lugares que acoge a mujeres de ucraniana que han viajado solas o con sus hijos es el albergue de los Escolapios de Peralta de la Sal. Entre lágrimas, tristeza y esperanza de poder reunirse de nuevo con sus familiares, estas mujeres luchan por mantenerse enteras y adaptarse a un cambio que les ha sido impuesto por el conflicto. En concreto, 10 madres con sus 23 niños se instalaron en la medianoche del lunes en el albergue de los padres Escolapios de Peralta de la Sal, junto a una abuela y dos mujeres de entre 25 y 40 años.

Si bien, algunas mujeres partieron hasta Zaragoza para encontrarse con sus familiares, otras están a la espera de partir en pocos días rumbo también a la capital aragonesa, a Barcelona o Madrid como es el caso de Galina Furmanik, madre de tres hijos de 3, 5 y 7 años. El marido de Galina se ha quedado para “vigilar el acceso a los pueblos en una zona donde también hay guerra y nosotros vamos a Madrid donde vive el padre de mi marido. Pero quiero esperar aquí a ver si termina pronto la guerra y podemos regresar. Sentimos miedo, es muy pesado vivir así. Todo el mundo piensa que falta poco y ojalá podamos volver pronto”.

Con sus testimonios, estas refugiadas muestran el drama de la guerra: “Se oían sirenas todas las tardes noche, aviones, explosiones de saboteadores, y dormíamos en refugios bajo las casas. Teníamos miedo y muchos nos fuimos. Aquí estamos muy bien”, cuenta Yulia Kalinina, de 39 años, que ha viajado hasta Peralta con sus cinco hijos, de 16 a 2 años. De Peralta espera marchar a Zaragoza donde vive el hermano de su marido que se ha quedado en su ciudad Ternopol, cerca de Polonia, para colaborar “como voluntario o chófer. Allí se ha quedado mi madre y mi casa, toda una vida”.

Aunque, estas mujeres y sus hijos han contando con la ayuda de varias personas y se han visto arropadas por el cariño de los vecinos de la localidad literana, la realidad es que tal como asegura una de las vecinas, Pilar Meler: “Vinieron muy cansados, con incertidumbre y preocupación. Es difícil ponernos en su piel, además tenemos la dificultad de comunicarnos y con la mascarilla no ven la sonrisa con la que les hemos recibido, y de hecho algún niño se retraía al vernos. Hoy las caras ya son diferentes, las madres nos dicen gracias y los niños están como si hubieran estado aquí siempre”, explica. Los juguetes les han servido de distracción del drama que están sufriendo.

Desde el Ayuntamiento de Peralta de la Sal se pide ayuda a las administraciones y que no se deje de lado ante esta crisis humanitaria porque “va a ser un vaivén de gente, se irán cuatro, vendrán cinco, va a haber un goteo continuo y habrá que dar una respuesta a esta gente”, explicaba el teniente de alcalde, Luis Fuster, que lamentaba que no hubieran podido venir familias completas, ya que los hombres se han quedado en el frente. “En La Litera hace falta mucha mano de obra y si hubieran venido con sus maridos podrían haberse establecido aquí”, comentaba.
De Binéfar a Polonia: transporte de ayudas y regreso con familias de Ucrania

Por otro lado, los dos empresarios promotores del viaje solidario, los binefarenses David Viudas y Fran Pallarol, ya planean un siguiente viaje, todavía sin fecha, pero en próximos días y recordaron la importancia de hacer acopio de material humanitario. “Esto es una desgracia. Hay que buscar soluciones y sólo se buscan actuando. No hay que pensar lo que vas a hacer, lo que hay que hacer es hacerlo” decía David Viudas que junto a Fran Pallarol,partieron rumbo hacia la frontera entre Polonia y Ucrania para llevar ayuda humanitaria en seis furgonetas y regresar con una treintena de exiliados del país invadido por Rusia.
Esta iniciativa surgió cuando uno de los empleados de David, Antón, de nacionalidad ucraniana y que conserva mucha de su familia en su país natal mostró su dolor ante la situación. Por ello, Viudas indicó que vivía el conflicto “mucho más de cerca que otros porque tengo un empleado joven que cada día lo veía más triste y preocupado por su familia y por no poder ayudarles”.

Las furgonetas realizarán un viaje de 30 horas del tirón, comiendo y durmiendo en los vehículos. Para ello hay dos conductores por vehículo, cinco de ellos ucranianos. Así pues, ambos empresarios tomaron la decisión de llevar a cabo su labor solidaria. David, que se dedica al sector de la automoción, ha puesto sus vehículos y Fran, que tiene una inmobiliaria, ha puesto una vivienda de su propiedad para albergar a los refugiados y ha hecho gestiones con los Escolapios de Peralta de la Sal para acoger allí a otras familias. Otros irán a Zaragoza y hay ayuntamientos de La Litera que se han puesto en contacto con estos empresarios para ofrecer viviendas en sus municipios.
La notable respuesta social
Diversos vecinos de la localidad de Binéfar han apoyado a los refugiados y han acudido con mantas, comida, ropa y todo tipo de material de primera necesidad. “Hemos llamado a las parroquias, Boy Scout, hemos corrido la voz y todo el mundo quiere ayudar no sólo de Binéfar si no de toda la comarca, nos dan desde ropa de abrigo, gasolina, medicinas, … La respuesta ha sido brutal”, señala Fran. La ola de solidaridad se ha hecho tan grande que se plantean realizar un viaje cada semana para llevar ayuda y traer a refugiados hasta La Litera. “La respuesta es espectacular. Nos han llamado de ayuntamientos para ofrecer vivienda y ha habido chóferes de Tarragona que vendrán gratis a hacer viajes en un microbús, también autobuses escolares, o clientes míos de Lérida que han dicho toma 1.000 o 1.500 euros y ves a buscar medicamentos a las farmacias”, afirma David, que no tiene ninguna red social para promocionar su empresa. “Todo ha sido boca a boca y cuando la gente ve que se hacen cosas, apoya”, señala.
El convoy de regreso traerá a mujeres y a niños con los que ya se ha contactado previamente. Aunque los hombres de 18 a 60 años no pueden abandonar el país porque tienen que luchar en la Guerra. Una decena de voluntarios se han ofrecido a seguir ayudando en esta misión solidaria.