

La semana pasada hubo un aniversario, el trigésimo, para el hermanamiento de los pescadores de Barbastro y sus compañeros franceses de Sainte Marie de Campan. Una semana después, en los días 20, 21 y 22 de mayo hemos celebrado los de Montañeros de Aragón de Barbastro el décimo cuarto año de encuentros con los amigos del Club Alpin Français de Tarbes.( 2008-2022).
Como en muchas ocasiones, las actividades MAB se orientan hacia los valles pirenaicos y no se puede ver a los participantes comiendo en restaurantes de Barbastro aunque ya hubo alguna edición en la que sí se nos vio visitando incluso la Catedral y el Museo Diocesano, creo, en el año 2011.


Los franceses nos comentan siempre que ponemos el listón muy alto y que es difícil competir en la calidad organizativa de estas Rencontres. De todas formas creo que el nivel es similar y… ¿-Saben por qué…?. Pues porque desde ambos lados de las montañas pirenaicas existe el mismo cariño tan especial entre montañeros. Un aprecio que es mutuo y que sabe acomodar cualquier eventualidad o problema inesperado a un ambiente propio de verdaderos hermanos y amigos que lo somos como si fuéramos vecinos puerta con puerta de nuestra mismísima ciudad.


Desde los saludos al comienzo hasta las despedidas de la última jornada el calor humano va subiendo igual que subimos los valles o alcanzamos una cima. Las conversaciones establecidas en las cenas o comidas acercan e ilusionan a todos hasta sentir que las distancias personales se caen de la mesa para dejar paso a una historia común, una amistad de toda la vida que empuja a bromear, cantar, sincerarse o abrazarse.
El valle de Broto fue un escenario único con Ordesa como telón de fondo y hubo dos jornadas seguidas para recorrer el sector de Bujaruelo el sábado y el valle protagonista de este Parque Nacional el domingo.
Como viene siendo habitual hubo dos niveles de esfuerzo, dos objetivos diferentes según la capacidad física y por eso unos remontábamos el valle de Otal y otros ascendían al lago y pico de Bernatuara.
No suelo citar restaurantes pero la cocina del Hotel El Mirador de Oto se puede calificar de matrícula de honor. Las dos cenas allí degustadas colmaron los paladares más exigentes y por allí creo que surgen las ganas de elevar el listón de las celebraciones.
Menos mal que el domingo amaneció un poco fresco y con alguna nube. Esta vez todos juntos recorrimos el fondo del valle de Ordesa hasta las cascadas del Estrecho junto con el bosque de las Hayas y supimos escoger el momento justo para descender y llegar puntuales a Sarvisé. Había ganas de sentarnos a la mesa y probar los platos típicos de un asador así como rubricar un Encuentro más pero no una Rencontre cualquiera. Se denota en los rostros que día a día disfrutamos un poco más si cabe y ya poníamos fecha y lugar para el siguiente, posiblemente en octubre y en Gavarnie.


Esperemos que el virus temido no nos impida planear y llegar con tranquilidad a otra nueva cita.
Mientras nos deshacíamos en abrazos intentábamos consolarnos: “ –Si serán solo unos meses…”.
Algunos ya contamos los días que faltan….