El Programa Erasmus Rural, que promovió El Servicio de Orientación y Empleo de la Universidad de Zaragoza (UNIVERSA) en colaboración con la Diputación Provincial de Zaragoza, se ha extendido este año a las tres provincias aragonesas.
Nuevas firmas se han sumado a este plan de becas que conecta a universitarios con empresas del medio rural para realizar prácticas, que el día de mañana podrían derivar en contratos y en fijación de pobladores. El modelo de estas becas que sufragan los gastos durante un mes, incluida la estancia, se va a extender por toda España dado el interés que ha despertado en el Ministerio de Reto Demográfico.
Gracias a este programa, los estudiantes pueden poner en práctica sus conocimientos académicos colaborando con empresas del medio rural y fomentando así, la vida en los pueblos. La Universidad crea una bolsa en la que las empresas pueden inscribirse para así optar a las prácticas estudiantiles según los intereses de cada uno, basados en el tipo de carrera que se está cursando.
En el Somontano, la empresa Savia Ibera, creada por Silvia Jiménez y Kurt Michael Arruda con sede en Berbegal, ha recibido a las zaragozanas Ana Cortés, de 23 años, estudiante de Ciencias Ambientales y a María Eugenia, de 21 años, estudiante de Marketing e Investigación de Mercados.
Savia Ibera, empresa dedicada a la destilación de plantas aromáticas y medicinales para elaborar productos cosméticos, de cocina o hidrolatos, decidió adherirse a este programa “porque en el mundo rural faltan servicios y personal. En nuestro caso necesitábamos perfiles específicos para reforzar el marketing y la recolección de las plantas aromáticas en el campo.
La experiencia ha sido muy satisfactoria, se han creado sinergias y nos han aportado otras visiones”, cuenta Kurt. Este joven portugués confía en poder contratar personal “porque el pueblo necesita gente y nosotros también por la carga de trabajo”.
Tanto Ana como María Eugenia hablan de la cordialidad y el ambiente familiar que recorre las calles de Berbegal, consiguiendo así que la estancia de estas becarias sea cómoda y acogedora. “La gente es muy amable, todo el mundo te conoce. Yo preferiría trabajar en un pueblo que, en Zaragoza, pero está complicado buscar empleo en empresas del medio rural porque son pequeñas y tienen pocos recursos.
Al final tienes que acabar en una ciudad”, cuenta Ana, quien anima a otras empresas del medio rural a adherirse a este programa. Su compañera María, sin embargo, pese a valorar todas las bondades del campo “y la experiencia que he disfrutado, disfrutando la tranquilidad del pueblo” se siente una urbanita y confía en trabajar en una ciudad.