Ella buscó un instante en soledad. Y aún consciente de que ese momento era suyo, no pudo si no pensar en él. Mientras se perdía mirando al cielo, su tiovivo de emociones no paraba de girar.
Aunque temerosa de volver a caer en los sueños de niñez, no podía dejar de mirar aquella estrella con la esperanza de que lo que tanto ansiaba se hiciera realidad.
Al final, ella susurró: “Daría lo que fuese por poder saber lo que tu mente piensa, por poder leer a través de ti y sería capaz de darte mi propia voz para que pudieras expresar lo que tu corazón siente”.
De repente, se dio cuenta de que debía regresar y aunque su deseo no fuese a hacerse realidad, sabía que con el tiempo algo de ello llegaría a pasar.