La renuncia de la responsable de la Unidad de Oncología del Sector Salud de Barbastro, la doctora V. Calderero, de la que se han hecho eco todos los medios de comunicación de Aragón, ha provocado un estallido de indignación entre los ciudadanos de esta área sanitaria.
La noticia no ha sorprendido a nadie que conozca un poco de cerca el deterioro de las condiciones de trabajo y, como consecuencia, de atención en muchos hospitales y centros sanitarios. Un deterioro que ha sido denunciado en otras ocasiones por voces autorizadas que se han intentado acallar por algunos representantes políticos con descalificaciones inquietantes, pero reveladoras.
Aunque difícil de medir, la deficiente atención sanitaria provoca sufrimiento y se cobra vidas humanas. Unas vidas y un sufrimiento que además se ceban en la población más desfavorecida y con menos recursos.
Describir esta problemática como puntual solo puede calificarse como una burla. La situación es absolutamente estructural y particularmente en nuestro territorio.
¿Cómo puede calificarse si no, que para un mismo número de población el hospital de Barbastro cuente, desde hace décadas, en la mayoría de sus servicios con la mitad o menos de facultativos en plantilla que el de Huesca?
¿Es que gozamos de mejor salud o todavía existen categorías de ciudadanos según el lugar de residencia? Una plantilla que, además, con una puntual reiteración se ve reducida por bajas o renuncias a la mínima expresión.
No conocemos ninguna medida que desde la gerencia de este sector sanitario se haya llevado a cabo para reducir esta flagrante desigualdad: más bien sino todo lo contrario.
Se ha llegado a un punto intolerable que requiere de una respuesta de la sociedad civil que deje meridianamente claro que no se va a aceptar por más tiempo esta situación porque, sin dramatismos, nos va la vida en ello.
Está muy reciente la movilización ciudadana que se ha llevado a cabo para demandar un nuevo Centro de Salud en Barbastro, que todavía no podemos dar por finalizada. Casi cuatro meses después del anuncio por el presidente del Gobierno de Aragón de la licitación inminente no hay ninguna noticia de que las obras hayan sido adjudicadas.
El concurso de la ciudadanía es imprescindible, pero insuficiente. Son las instituciones las que deben encabezar estas justas reclamaciones. Por ello entendemos que el Ayuntamiento de Barbastro, junto con los de Monzón, Binéfar y otros del área asistencial de este hospital, deben abanderar ante los organismos e instituciones con responsabilidad en la materia la corrección de esta injustificable desigualdad de trato. Es hora de que en esta y en otras cuestiones se empiece a escuchar a este territorio con una única voz.
Nos gustaría por último agradecer a la doctora Calderero su trabajo a lo largo de estos años. También por su compromiso ético y por el coraje de tomar y hacer pública esta decisión, que solo hace que dignificar y reivindicar la labor de tantos profesionales sanitarios y de otros servidores públicos que desarrollan su trabajo entre la desatención de sus superiores y la incomprensión de una parte de la sociedad.