En el S. XVIII algunos acaudalados exhibían loros en sus mansiones como signo de riqueza. Era frecuente que se colocaran recipientes de chocolate en las jaulas para disfrute de las aves. Si la economía flaqueaba, se retiraba el chocolate al loro. No hace falta explicar que el alivio resultaba ridículo. Por eso, la expresión “chocolate del loro” se ha convertido en sinónimo de ahorro irrelevante.
Algo de chocolate del loro tienen a mi juicio los casi 350.000 € asignados a los Bonos Impulsa durante 2021 y 2022 en Barbastro.
Esta campaña nació como medida excepcional para paliar los efectos de la pandemia en el comercio y, como el virus, parece que ha venido para quedarse.
¿Resulta útil este regalo de dinero público? Es indudable que cualquier rebaja en el precio de un producto o servicio incrementa su demanda, pero ¿es significativo ese aumento? Y, sobré todo, ¿pueden dedicarse esos importes a medidas más efectivas?
Se dice que tienen un impacto económico que multiplica por cinco la cantidad invertida. Pero ¿qué se quiere decir con impacto? Si indica que el bono recibido se corresponde con una quinta parte del gasto total, es una perogrullada; pero si se considera que ese volumen de ventas se debe exclusivamente a la campaña, ni el más ingenuo puede creérselo. No cabe duda de que esa causalidad bono/compra se produce en algunos casos, pero nadie sabe en cuántos. En cualquier caso, es inimaginable que tenga lugar en todos.
La campaña puede además ocasionar el efecto “secundario” de aplazar las compras: no son pocos los que, decidido el gasto, lo retrasan hasta la salida de los bonos. ¿Quién va a renunciar a ese regalo? A nadie le amarga un dulce. Esta posposición tiene como resultado una inevitable acumulación de compras. Lo que puede llevar al comerciante a un espejismo.
Cualquier economista afirmará que en la decisión de consumo intervienen tantos factores que una política municipal de esta naturaleza solo puede producir efectos insignificantes e incontestablemente efímeros. Eso sí, permite declaraciones grandilocuentes y algunas fotos. Ya se sabe que en política prima lo efectista y aparente sobre lo riguroso y trascendente.
¿Son justos los bonos?
Y además de los anteriores cuestionamientos, ¿son justos los bonos? No se puede discutir su carencia de equidad. ¿Es licito que una persona que gana 80.000 € al año reciba el mismo dinero público que alguien que está en el paro? ¿Supone el mismo incentivo de gasto para ambos?
Pero la cuestión fundamental es si se puede ayudar al comercio con otras medidas más equitativas, beneficiosas y acordes con las funciones propias de un ayuntamiento. Por ejemplo, ¿por qué no se bajan significativamente los impuestos y tasas que gravan a los comerciantes en su actividad? El reciente informe Presupuestos municipales: Barbastro en el contexto de Aragón, elaborado por Javier Pérez, demuestra que nuestra ciudad sigue inamovible y tiene la fiscalidad más alta de las ciudades aragonesas equiparables.
Por otro lado, son dos las categorías de consumidores que alimentan el comercio local: los residentes y los visitantes. Como consecuencia, el camino más efectivo que tiene el Ayuntamiento para revitalizarlo es hacer crecer el número de ambos. Los primeros aumentarán atrayendo y posibilitando inversiones, mejorando el atractivo de la ciudad, agilizando y dinamizando la política urbanística para que quienes quieran vivir en Barbastro puedan hacerlo realidad. ¿Cuántos planes urbanísticos pueden llevarse a cabo con 350.000 €?
Los segundos también se multiplicarán si contamos con una ciudad urbanísticamente mejor: más ordenada, limpia, verde, segura y con un patrimonio protegido y realzado. Además, hay que apostar por eventos que produzcan verdadero impacto económico. Es revelador que los realmente exitosos sean de iniciativa privada como el Polifonik Sound o la reciente Copa de España de Judo. En el primer caso, con alrededor de 30.000 € de aportación municipal se consigue un impacto económico para la ciudad de un millón de euros, otra proporción similar puede decirse del segundo.
El desconcierto de cualquier pequeño comerciante, asediado diariamente por la competencia de las nuevas formas de comercio, el incremento de costos, la creciente degradación del casco histórico y una sensación de falta de pulso de la ciudad, hace comprensible que cualquier ayuda sea bien recibida, pero no es este donativo lo que se debe demandar del Ayuntamiento, sino actuaciones de verdadero calado y trascendencia.
En relación a su opinión: “¿Es lícito que una persona que gana 80.000 €, reciba el mismo dinero que alguien que está en el Paro?.
No es cierto, ya que un parado tiene acceso a más ayudas, pero le explico lo que paga una persona que gana 80.000 € ,solo 2 impuestos sin contar el resto, que daría para llenar una página: cotización Seguridad Social (6,35%) 3101, €, retenciones IRPF (29,43%) 23544€, total 26645 €.
Pero claro aquí entramos en el afán insaciable recaudador de la izquierda, cuando llegan a controlar algún tipo de poder político, con su falta total de empatia sobre la clase media y alta, a la primera frase me remito.
Personalmente creo que esto no es un tema de derechas o de izquierdas. El tema de los bonos pudieron tener razón de ser en la época dura del COVID, que por cierto Barbastro llego tarde como siempre. El problema es que estas políticas sirven solo para parchear la situación y no se pueden mantener en el tiempo. Además coincido que en muchos casos no incentiva el consumo sino que lo difiere y hablo de mi caso y el de mi entorno.
Veo más practico bonificaciones en impuestos y tasas al sector terciario sostenidas en el tiempo. Aunque en ultima instancia recordemos que todos hemos sacarnos las castañas del fuego y no hemos de esperar que la administración publica lo haga.