Berrioplano, en las proximidad de Pamplona. 22 de mayo de 1938. Un grupo de 800 combatientes republicanos presos, de los 2.500 recluidos en el Fuerte de San Cristobal, en el monte Ezkaba, cerca de Pamplona, protagonizaron la mayor fuga carcelaria de Europa.
Los ecos de esta gesta fueron recogidos por The New York Times y por los principales periódicos franceses e ingleses. Fue una masacre con más de 200 presos abatidos por los guardianes franquistas. Entre ellos varios republicanos altoaragoneses como Sabino Mavilla Villa, de Sieso de Huesca, uno de los responsables de los procesos de colectivizaciones puestos en marcha en la zona leal a la II República durante el conflicto bélico.
De esta fuga y de la presencia de víctimas de la provincia de Huesca todavía por exhumar a los pies del monte Ezkaba hablará el martes 14 a las 19.00 en el Aula Magna de la UNED de Barbastro el investigador pamplonica Fermín Ezkieta Yaben. Con su charla se abrirá el ciclo de conferencias, coordinado por el historiador Juan Carlos Ferré y que llegan años después de otras jornadas que abordaron la Guerra Civil y sus secuelas. El ciclo lleva el título de ‘Nadie nos lo había contado’ y cobra gran actualidad al coincidir prácticamente con la entrada de la Ley de la Memoria Democrática aprobada por el Gobierno central.
Fermín Ezkieta Yaben es historiador y colaborador con el Instituto Navarro de la Memoria y la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en la localización, exhumación e identificación de fosas de evadidos. Ha impartido charlas para dar a conocer esta evasión en varios puntos de España, de donde procedían estos presos. Un centenar de los recluidos en el penal navarro eran aragoneses.
El Instituto de Memoria del Gobierno foral de Navarra conserva los restos de 54 fugados del fuerte, entre los cuales figura el del citado Sabino Mavilla Villa. El historiador navarro pretende además de divulgar la mayor evasión de Europa, ocurrida tan próxima a la provincia de Huesca, buscar a familiares de Sabino para que se pueda proceder a su exhumación.
Así como informar a otros familiares de republicanos muertos en esta fuga sobre la posibilidad de iniciar procesos de exhumación para que los restos mortales descansen en su lugar de origen. “De esos 54 cuerpos se han identificado familiares de diversos sitios y se han devuelto los restos a esas familias”, explica Fermín Exkieta, quien anima al público a asistir a la conferencia para descubrir este episodio de la posguerra y quizás descubrir si tienen algún familiar entre esas fosas comunes.
Fermín se ha centrado en la figura de Mavilla que fue responsable de las colectividades del Alto Aragón republicano y hermano de José Mavilla, maestro en Binéfar y Monzón y miembro del Consejo de Aragón de 1936. “Son figuras a divulgar porque son poco conocidas. Y también pretendo localizar a sus familiares para poder relacionarlos con esos 54 restos e identificar si su cuerpo está entre esas 14 fosas cuyos restos dispone el Instituto de Memoria para devolverlos a sus familias. Pero también hablaré del centenar de aragoneses que estuvieron en ese penal y de una fuga que tuvo gran trascendencia”, explica.

La primera fosa se localizó en 2015, 77 años después de la evasión, y gracias a la participación de los entonces niños de la zona y hoy nonagenarios. Fermín cuenta con emoción el caso de la palentina Paula de la Fuente hija de Leoncio de la Fuente, uno de esos presos que yacían en una fosa común hasta 2018. “Ochenta años después de ver a su padre salir de casa sin volverlo a ver, regresó a sus 93 años a su pueblo de Palencia con los restos de su padre. Se trata de hacer algo parecido con los restos de Sabino Mavilla: localizar familiares y que pudiera ocurrir algo parecido. Muchas veces los familiares desconocen estos hechos porque no fueron notificadas de su muerte”, explica.

Como recuerda el historiador navarro, la exhumación de cadáveres de fosas comunes responde a un derecho que el ser humano ha ejercido desde la Prehistoria. “En todas las civilizaciones siempre ha habido el derecho de enterrar y llorar a tus allegados. Y en este caso ha sido denegado. Se trataría de subsanar esta anomalía”.
La última identificación y exhumación fue la del joven Máximo Sainz, detenido con 15 años, llevado al fuerte a los 16 y huido a los 17. El mismo día que cumplía los 18 años fue fusilado en Olave. El pasado mes de junio tuvo lugar el acto de entrega de sus restos a sus sobrinos para darle sepultura. “Sus sobrinos nos contaron cómo la madre del fusilado se gastó todo el dinero que tenía en pitonisas y en personas que le pudieran decir dónde estaban los restos de su hijo. Eso ha sido la realidad”, sentencia.