Entonces, la comarca sólo contaba con las bodegas de carácter familiar, Fábregas, Lalanne, Borruel y Monclús más la Cooperativa de Somontano de Sobrarbe (Bodega Pirineos) surgida en los años 60 y que fue la locomotora para conseguir la D.O. Somontano. Veinticinco años después, la D.O. altoaragonesa está formada por 32 bodegas y hay expectativas de ampliar este número a 35 en los próximos años, es una de las tres denominaciones más valoradas del país y sus vinos se comercializan por todo el mundo, siendo el mejor embajador de esta zona.


Sus orígenes pasaron por un cambio radical de mentalidad entre los viticultores: había que reestructurar el viñedo tradicional y cambiar los modos de elaboración, adaptando las nuevas tecnologías, para conseguir unos vinos de calidad. Al poco tiempo llegarían dos refuerzos fundamentales como Viñas del Vero y Enate que se convirtieron junto a Bodega Pirineos en los pilares de la D.O. Este modelo de compaginar bodegas pequeñas y de carácter familiar con grandes empresas vitivinícolas sigue vigente hoy.
De estos 25 años, Beroz destaca “la cantidad de personas que han pasado por las bodegas y el esfuerzo que se aportó en la década de los 90, donde nos encontramos con vinos de calidad, un viñedo con variedades, con adaptación optima al territorio y con un gran potencial enológico, y con capital humano y tecnológico. En esa década encontramos una coyuntura económica muy buena y un gran crecimiento a raíz de la explosión comercial del vino”.
En la actualidad, la crisis también afecta al sector del vino. Pero Beroz, confía en salir con “esfuerzo” de la actual coyuntura: “Tenemos alguna dificultad por colocar en el mercado toda nuestra producción de una superficie que se ha más que doblado en los últimos diez años. Eso genera tensión con los excedentes que esperamos que sean coyunturales. Habrá que sufrir y vender más. De hecho este año al igual que otros hemos crecido un 5% en ventas, pero tenemos una gran producción que generará situaciones complicadas en bodegas y viticultores”.