Manuela alterna su estancia en Almunia de San Juan con temporadas en Zaragoza, en casa de una de sus hijas, pero prefiere vivir en la localidad mediocinqueña «porque se pasa menos frío y viento y la vida es más tranquila aquí». A sus cien años contempla el actual estado de su pueblo con satisfacción «porque antes estas calles eran horrorosas y ahora está todo muy bien arreglado, aunque nos hagan pagar, pero ha cambiado para mejor».
Esta bisabuela centenaria asegura haber llegado a los cien año en tan buen estado «por un régimen que hace más de veinte años que lo hago: comer todo sin sal y todo a la plancha».
Manuela, como otras personas de su generación, trabajó «mucho en el campo, y con los animales que teníamos en casa». Ahora en cambio «no me dejan hacer nada, ni en Zaragoza ni aquí. Hago la cama y me arreglo el cuarto porque quiero porque sino no haría nada. Pero antes trabajaba mucho con mi marido».
La asociación de la Tercera Edad de Almunia de San Juan, de la que es socia, le rendirá un homenaje el próximo día 20.