Un grupo de jóvenes de Laluenga han puesto en marcha de forma experimental un huerto social en esta localidad del Somontano donde invitan a todo aquel que lo desee a cultivar hortalizas autóctonas u otras variedades. La iniciativa la impulsan jóvenes con inquietudes hortícolas y que quieren contribuir a preservar el cultivo “econatural”, esto es, la sabiduría popular de los hortelanos de la zona a la hora de plantar y cultivar sus hortalizas, así como facilitar en estos tiempos de crisis una parcela para poder obtener un sustento alimenticio.
Para ello han creado la asociación ecocultural Loneca que se encargan de la gestión de lo que denominan ‘Mi huerto virtual personalizado’. Un vecino de la localidad les ha cedido una parcela de 5.000 m2 que desde esta primavera, lindante con el canal, y que desde esta primavera ya se ha convertido en un huerto al que acuden asiduamente estos jóvenes.
«Somos una asociación de gente joven que nacimos este invierno al plantearnos tener una iniciativa social en torno a la agricultura, para cultivar y autoabastecernos. Nacimos como asociación ecocultural porque queremos llevar a cabo toda la cultura tradicional del huerto. No tenemos ningún capital, sólo invertimos nuestro tiempo y todos participamos en el trabajo de un huerto común. No buscamos cuotas de mercado sino ganar conocimiento sobre la horticultura tradicional», explica Chaime Capablo, uno de los impulsores.
La experiencia, en la que ya participan una decena de jóvenes de Laluenga, está abierta a cualquier interesado por la horticultura tradicional. Los interesados pueden colaborar de diversas maneras, bien solicitando un terreno y trabajándolo, o prestando su trabajo en algunas de las tareas requeridas y a cambio se le recompensará con algunos de los productos recogidos.
Los suelos de esta huerta experimental son fértiles, ricos y con cuidadosos aportes de abonos naturales. Loneca se encarga del asesoramiento de los socios y aconseja sobre el aprovechamiento del espacio, la orientación, el aporte de riego y la disposición de las diferentes hortalizas plantadas para una mutua protección. Para ello cuentan con los sabios conocimientos de los experimentados hortelanos del lugar que han abrazado esta idea.
El socio interesa podrá seguir en este espacio común el procedo del ciclo vital de un huerto, participando puntualmente de forma activa en el mismo. Los primeros trabajos comenzaron en marzo y esta primera etapa experimental finalizará en octubre cuando termine la temporada estival.
Cultivo ‘econatural’
Muchas son las variedades que se pueden plantar: perejil común o rizado, lechuga rizada, Batavia, romana, pimiento italiano, morrón, del piquillo, tomate rosa, raf, de corazón de buey, de tres cantos, calabacín samara, acelgas, pepino francés o alficoz, sandía dulce, melón riochet, cebolla blanca y roja, judía verde y berenjena negra.
El cultivo de estos huertos se basa en la agricultura biodinámica, que atiende a la influencia de la luna. Aunque comparten muchos principios con la agricultura ecológica, de momento no se puede aplicar este calificativo ya que según la normativa europa se precisa una serie de trámites de varios años para adaptar la tierra a este tipo de cultivos. Los integrantes de Loneca prefien hablar de agricultura ‘econatural’. «El producto que se cultiva lo intentamos hacer lo más natural y tradicional posible. Potencialmente podemos ser agricultura ecológica en el futuro, pero en este primer año no podemos, aunque no utilizamos abonos químicos, plaguicidas, fungicidas, … sólo fiemo, tierra y agua», señala José Ignacio Duerto, estudiante de ingeniería agrónoma.
«Nos mueve el auto abastecimiento, la satisfacción de comer productos que tú has cultivado. Además queremos fomentar las variedades autóctonas como el tomate rosa o las lechugas de la zona», explica Duerto. Capablo, por su parte, apunta, que esta acción quiere poner de manifiesto «que el medio rural está muy necesitado de gente joven con iniciativas. Tenemos estos recursos y unas necesidades. El medio rural nos da muchas oportunidades que hay que saber aprovechar. Desde niño hemos visto como nuestros ancestros cultivaban sus huertos y porqué no podemos seguir con esa tradición y comer sano que ayuda a vivir mejor».
En este sentido, aseguran que la agricultura que llevan a cabo es sostenible puesto que todas las semillas están compradas en mercados locales como Barbastro o Huesca para garantizar que se cultiva un producto autóctono.
Para quien quiera conocer algo más sobre este proyecto puede consultar la página web de Loneca www.mihuertovirtual.es La experiencia también está abierta a otras asociaciones, colegios e incluso a personas fuera del territorio. De hecho ya se ha interesado un vecino de Madrid con vínculos con Laluenga y que participará en este proyecto durante sus estancias en la localidad y a cambio recibirá proporcionalmente a su trabajo hortalizas. «La particularidad de este proyecto es que es una atención personalizada. A cada socio le indicamos qué semillas quiere plantar, qué es lo que se quiere llevar y cómo puede participar en las etapas del huerto, se puede participar en todas las etapas o solo en la recolección, o atender los cultivos en unas determinadas épocas del año», explica Capablo.
Este primer año, Loneca lo concibe como un proyecto piloto pero no cierran las puertas a corto plazo a convertirse en una cooperativa o trabajar con otras cooperativas. «Incluso puede llegar a ser una salida laboral», apuntan.
Estos jóvenes ven en este huerto experimental una alternativa parcial a los estragos que está ocasionando la crisis económica en muchos hogares. «En los momentos de crisis se tienden al abastecimiento. Aquí no hay intermediarios, cada uno se pone su huerto y sólo tiene de gasto el riego y el trabajo y lo que quiera invertir», asegura Capablo.
Huertos sociales en Barbastro
El interés por los huertos sociales está creciendo en los últimos meses en Barbastro a raíz sobre todo del trabajo que viene llevando a cabo la Asociación de Hortelanos del Alto Aragón en la promoción y puesta en valor de la huerta.
La asociación está pendiente de que el Ayuntamiento le ceda un terreno para crear huertos sociales cuya gestión podría ser desde un alquiler anual, hasta una ‘tutoraje’ de los hortelanos veteranos a las nuevas generaciones que se interesan por este cultivo doméstico, como explica el presidente de este colectivo José Antonio Armengol.
Por otro lado sigue adelante con éxito su programa ‘Bolsas de huertas’ para poner en contacto a hortelanos que ya no pueden trabajar la tierra y personas que están dispuestas en arrendarlas o comprarlas. De momento diez personas han arrendado una huerta y dos han comprado ya su propio terreno a hortelanos que no la pueden atender.