Era un soleado domingo del mes de septiembre cuando Lucía volvió a su ciudad natal, Barbastro,El Coso de Barbastro. después de más de 20 años. Hacía tiempo que había perdido la cuenta de los años que llevaba fuera del entorno que la vio nacer, pero una desazón nueva recorría su cuerpo y su alma sintiendo la necesidad de regresar.

A medida que avanzaba por los desvíos que la conducirían a la ciudad, aminoró la marcha observando cada rincón que le adentraba en Barbastro. Miraba con curiosidad y a la vez con añoranza y cada vez que posaba sus ojos en algún espacio, su mente activaba los olvidados recuerdos. Avanzaba por la Avd. Ejercito Español y sentía casi como si volviera a aquellos años de adolescencia antes de marcharse para emprender su vida laboral. Invadida por la nostalgia decidió aparcar el coche y caminar por sus calles antes de presentarse en casa de sus padres.

gobierno de aragón

Se apeó del coche y comenzó a caminar dirección hacía el centro. Sus ojos se toparon con la emblemática y renovada Estación de Autobuses. Su corazón se llenó de añoranza al ver el viejo edificio. La fachada estaba pintada y nada menos que de color naranja… pero no era un naranja puro, era como el color de las calabazas, de esas deliciosas y dulces calabazas que tanto utilizaba en sus postres otoñales, y sus molduras estaban remarcadas en blanco. El resultado aunque sorprendente era encantador. De pronto recordó aquellos deliciosos pastillos de calabaza que preparaba su madre, aquel olor y sabor olvidado le hicieron humedecer los ojos.

Sus pasos la llevaron a cruzar la calle para poder empaparse del nuevo ambiente que se respiraba en un desconocido Barbastro. Caminaba lentamente alrededor de los famosos “jardinetes” y se paró para contemplarlos, los vio tristes, apagados. Habían perdido el bullicio infantil que siempre los rodeaban. La fuente se había quedado sola y afligida. Avanzaba por la acera despacio y miles de sabores y aromas regresaron de su infancia para invadirla de una nostalgia desconocida. Todo estaba cambiado, renovado, pero la esencia de aquellos lugares que tan entrañablemente recordaba estaba allí, invitándola a dar un paso más en su acelerada y exitosa vida laboral.

Subió las escaleras de los jardinetes y se sentó en el borde del murete donde años atrás tantas veces allí había jugado y correteado. El sol ya estaba en lo alto, por un momento cerró los ojos para dejar que el nuevo espíritu la invadiera, sentía el calor, un calor como el calor del hogar, como cuando te sientes arropada, acompañada y querida.

Había vivido tan deprisa que ya había olvidado esa sensación. Dejó su casa con una única palabra en la mente, trabajo y más trabajo…. pero nunca pensó que el éxito vendría tras él. Toda su vida era el dulce trabajo de crear los sabores más intensos, los más sorprendentes, los más cautivadores, los más dulces…y lo había conseguido, pero no se había dado cuenta de que el éxito le había apartado de los amigos, la familia y los posibles hombres con los que formar un hogar… al pensar en la palabra familia un escalofrío recorrió su cuerpo…

“¿Tendré tiempo aun para ello, para formar mi propia familia?” pensó mientras habría los ojos y contemplaba con una pizca de envidia cómo la gente vivía y se reía disfrutando simplemente con un paseo…

Sus ojos detuvieron en el coso. “¡Cómo ha cambiado!” pensó con alegría al ver la nueva imagen que ofrecía. Por suerte los plataneros seguían allí, acompañando con su sombra a cualquier persona que decidiera pasear bajo sus grandes y viejas ramas.

Su corazón se llenó de añoranza y a la vez de una desbordante alegría. Miró el reloj, faltaban pocos minutos para las 14:00, debía darse prisa si quería darles una sorpresa a sus padres, ya que el momento de la comida en su casa siempre ha sido sagrado, no solo por comer sino también por que en esos momentos era cuando la familia se reunía y se comentaban todas las novedades de la semana. La casa de sus padres era, desde que ella tenía uso de razón, el corazón de la familia. No quería entorpecer ese maravilloso ritual que se creaba entorno a la mesa.

Se encaminó con paso firme hacia el coche y una nueva idea nacía en su mente. Un planteamiento que cada vez cobraba más fuerza dentro de ella y que la llenaba de ilusión, abriéndole un nuevo camino en su triste y monótona vida. Vendería todo lo que tenía en Milán y abriría un nuevo negocio en Barbastro. Una sencilla pastelería para poder disfrutar de su nueva vida. Ya no tendría que crear buscando cosas nuevas, tan solo crearía con el corazón y con la nostalgia por sabor, una nostalgia que la trajo de vuelta a su casa.

_________________________________________________________________

Luisa Fernanda Barón Cuello

“Escribir es ejercer, a veces, el peligroso hábito de transcribir a corazón abierto y alma descubierta todo lo que mi imaginación crea. Y ella de momento no conoce límites”.

Luisa Fernanda Barón Cuello inicia una sección dedicada a la narrativa de ficción en Ronda Somontano.

Luisa Fernanda Barón Cuello realiza una sección dedicada a la narrativa de ficción en Ronda Somontano.

También podéis leerme en:elrincondelafansatia.blogspot.com

SUSCRIPCION
Sal de Ronda
GOB ARAGON surge
la candelera

6 Comentarios

  1. Gracias Aurea Vicenta por tus palabras. A veces pasa, te puedes alejar mucho, miles de kilómetros, pero las raices y lo que eres siempre estarán esperándote. 
    Saludos

  2. Qué sugerente es la nostalgia que se apodera de nosotros en estos días de otoño . Luisa Fernanda , leyendo tus sentidas elucubraciones , siento pánico ante el espejismo de verme en la situación de haber abandonado mi ciudad que tán interiorizada llevo y de verme quizá muerto pues buscando fortuna lejos de estos paisajes urbanos tan bien descritos es así como me sentiría .

  3. Gracias Pedro Solana:
    Los que vivimos fuera cada vez que vamos a nuestros origenes, es fácil sentirse así. Yo llevo dentro muchos recuerdos, sobre todo he dejado los buenos, así permanece vivo en mi memoria
    Saludos

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here