La cena tuvo un cariz histórico ya que por primavera vez el club de 63 años de antigüedad reunió a varias generaciones para recordar los inicios en la posguerra, sus grandes hitos, sus excursiones al Cotiella, Aneto, la Maladeta, las invernales, el descubrimiento de los barrancos de la sierra de Guara, los trágicos sucesos («Este es un club que ha escrito parte de su historia con sangre», llegó a decir el veterano vicepresidente y también homenajeado Paco Lacau).
En el capítulo de homenajes a los primeros veinte pioneros vivos, el club entregó una estatuilla de bronce a los socios fundadores José Blasco, Miguel Lacoma, José María Figuerola, Luis Clavo, Pepe Broto y José María Arqué (algunos presentes y otros por motivos de salud excusaron su ausencia). Todos tuvieron palabras para el primer presidente Luis Paul (y para su desgraciado accidente mientras enseñaba a rapelar en las canteras del Pueyo), así como para la treintena de pioneros que inyectaron el virus del montañismo en una sociedad barbastrense que quería disfrutar de su privilegiado entorno natural en unos tiempos duros en lo económico y en lo social.
El quinto presidente de Montañeros de Aragón, José Masgrau, (tras Torres, Broto, Lacoma y s Paul), quiso también reconocer el estrecho trabajo de un grupo de fieles colaboradores que llevan entre 40 y 20 años en el club. Así se entregó una placa honorífica a Paco Lacau, Manuel Turmo, Carmen Guardia, Javier Galindo y Pedro Solana (recientemente distinguido por la Federación Aragonesa de Montaña).