Ronda Somontano te invita a la actuación este domingo en el Auditorio de Monzón del grupo de jazz – fusión Gaia. El concierto abre el ciclo Tardes de Domingo que organiza el Patronato Municipal de Cultura de Monzón.
Ronda Somontano sortea cuatro entradas, para dos personas más dos acompañantes. Si quieres conseguir una de las cuatro, envía un email a redacción@rondasomontano.com con tu nombre y teléfono e indica en el asunto la palabra Jazz.
Ronda Somontano se pondrá en contacto con los ganadores este viernes.
El sonido de los saxos tenor y soprano, guitarras, bajos, contrabajos, voces, baterías y percusiones consiguen en directo una atmósfera mágica, impredecible y sensual que, a buen seguro, se convertirá en una experiencia inolvidable tanto para los intérpretes como para el público asistente.
Gaia
– Crítica de Jaime Ocaña:
Si hubiera que definir la música de Gaia por la interpretación, habría que decir, de forma irremediable, que está inmersa en la guerrilla. Es lo que la glosa crítica en cualquier corriente suele dar en llamar la vanguardia. Una vanguardia con carta de recomendación, la que se le enviaría a un amigo para que no se perdiera algo que, probablemente, le va a gustar y que , más que seguro, le va a interesar.
Definir la música de este grupo de guerrilla por sus partes, tendencias o influencias puede resultar tan adecuado como incompleto. Mencionar el pulso, la dinámica, el sentido espacial, la solidez de las bases, lo sugerente de las melodías, los solos aventurados, o aludir a términos como jazz, new age, funk, fusión o música étnica deja un resquicio que, de alguna manera, sólo se puede salvar escuchando una música que tiene un sentido integral (el término resulta aquí practicamente oportuno) y a la vez exclusivo.
Ha pasado tiempo desde que en el 91 Gaia se significase como una formación estable, y sin embargo el talante que determinó su manera peculiar de encarar la música (y probablemente, la vida misma) permanece intacto. Han puesto mojón y linde en Logroño, Guadalajara, Huesca, Caspe, Sariñena, Graus , Binéfar, Jaca, Belver, Barbastro; han dado réplica autóctona en más de una ocasión en el Festival de Jazz de Zaragoza; han coloreado las noches musicales de la Traviatta y otros locales de música en directo; planean salirse de los contornos patrios de aquí a nada. Y aunque todos sus miembros (en el sentido más sajón de un club, en el más mediterráneo de una saga) desfilan por las más heterogéneas formaciones musicales, éstas no desplazan sus reconocibles señas de identidad. Flamenco, dixieland, música mediterránea, pop progresivo, big bands, conservatorios, academias, sesiones de estudio, arreglos ad hoc, desarreglos insolubles, mixturas impredecibles, capos y da capos les han convertido en músicos porosos y artistas fecundos.
El saxo penetrante y afilado de Carlos Calvo sube como la marea mientras el bajo de Javier Estella maldisimula un nervio salvaje; la batería torrencial de Luigi García desmiente una lucidez estática y el verbo desafiante de Carlos Vidal se desgrana con la misma sencillez en sus presentaciones que en sus fraseos a la guitarra.
Queda Gaia. Lo demás es otro cantar.