Lucía estaba impaciente, solo hacía que mirar tras el cristal del balcón para ver si venía su abuelo. Separó unos segundos los ojos del frío cristal para preguntarle por décima vez a su madre cuándo iba a llegar. En aquel instante el sonido del portero anunciaba la llegada de alguien.
– ¡¡Mamá, mamaaá… vamos, seguro que es él!- exclamó Lucía dando pequeños saltitos de alegría.
Esos segundos de espera a Lucía se le hicieron eternos.
Cuando su abuelo Julián entró por la puerta del piso, la niña no se despegó de él hasta que su madre le trajo el abriguito, el gorro, la bufanda y los guantes para poder salir a la calle de paseo. Aunque aquella tarde de sábado era fría, como era habitual en el mes de diciembre, no menguó los sentimientos de alegría de la niña.
Lucía le estiró del abrigo y mirando hacia arriba le preguntó:
– Yayo, ¿a que estoy guapa?
Apenas había acabado de formular la pregunta y dio una vuelta sobre sí misma para que el abuelo la mirara.
Julián se agachó y mirándola a los ojos le dijo:
– Estás preciosa, pareces toda una princesita. Mi princesita rosa.
Los hermosos ojos grises de Lucía comenzaron a brillar de una manera especial y Julián al verlo se sonrió.
– Vamos, mi princesita Lucía, dame tu mano. Hoy nos vamos a la Plaza del Mercado. ¿Sabes? hoy por la tarde se celebra el mercado de Santa Ana.
– ¿Y qué es el mercado de Santa Ana?- preguntó curiosa sin dejar de mirar a su abuelo.
– Son personas que vienen a vender cosas antiguas y me gusta ir allí porque siempre encuentro interesantes.
Lucía se agarró fuerte de la mano de su abuelo y se encaminaron hacia la Plaza del Mercado. Caminando por las calles de Barbastro, Lucía no perdía detalle de los escaparates iluminados, de las luces que adornaban la calle pero sobre todo de los juguetes que iba viendo en las tiendas.
-Yayo, me gustan mucho las Navidades- le contaba Lucía mientras no perdía de vista todo lo que la rodeaba.
– Y a ti, mi querida princesita. ¿Y qué es lo que más te gusta de la Navidad?
Con una gran sonrisa en la cara le contestó sin dudar:
– Los regalos que nos dejan Papa Noel y los Reyes Magos y también el turrón de chocolate.
Julián se quedó callado unos segundos hasta que Lucía le preguntó:
– Yayo, ¿por qué te has quedado tan callado?
El abuelo suspiró.
La pregunta le había sorprendido y no sabía si le contarle lo que pensaba y si ella lo entendería de verdad, pero algo dentro de él le incitaba a explicárselo.
– Porque la Navidad es mucho más que todo eso que dices, ya se que eres pequeña y tal vez no entiendas bien lo que te voy a decir. La Navidad, Lucía, no son sólo estas fechas de regalos y comilonas. La Navidad es como un sentimiento que nace dentro de nosotros y que hace que todos estemos en armonía y que seamos felices. Es algo que se nota en los ojos de la gente, en sus gestos y en sus actos.
Lucía se lo quedó mirando sin entender mucho a su abuelo y sin pensarlo mucho le preguntó:
– ¿Es algo así, como ser bueno con todo el mundo?
– Es muy complicado, pero es algo así. Lo malo, mi querida princesita, es que hay personas que solo viven la Navidad por estas fechas y luego se encierran en su caparazón y se vuelven egoístas y hoscos.
– Pero yayo, es muy difícil ser bueno cuando otros no lo son contigo y a veces se nos olvida porque nos enfadamos y luego no sabemos encontrarla.
Julián se echó a reír, había oído muchas cosas en su larga vida, pero nunca que habían perdido la Navidad. Se agachó y mirando los ojos de su nieta le preguntó:
– ¿Te acuerdas cuando antes me preguntaste si estabas guapa?
– Sí, yayo, me acuerdo.
– Pues cuando te dije que estabas preciosa, una pequeña chispa se encendió en tu corazón y se asomó por las ventanitas de tus ojos. Esa es la semilla que hará germinar, si la cuidas, la Navidad en ti. Anda, vamos al mercadillo a ver si encontramos una gran estrella para mi viejo árbol de Navidad.
Iban mirando los puestos y mirando a su nieta de reojo, Julián pensó:
“Ojalá la pequeña semilla que acabo de sembrar no se muera nunca”
No se que decirte, de verdad, que cuando todos los días te leo algo, me resulta difícil cambiar mis palabras, eres una gran escritora, besitos
Muy hermoso relato, Luisa.
Para el 2013 que acabamos de estrenar quiero expresarte mis mejores deseos para tí y tu hermosa familia querida amiga.
Un abrazo.
Hola Conchita
Gracias por tu comentario. Aunque no sepas que decir, me gusta saber que me lees y que te gusta.
Besos y abrazos
Hola Aurea Vicenta:
Gracias por tus palabras, me alegro que te haya gustado.
Te deseo lo mismo a ti.
Besos y abrazos