-¿Te acuerdas cuando aún erámos jóvenes en el arte del amor sin condiciones?
-Solo a ratos, querida, lo demás es el peso herrumbroso del polvo que hace chirriar nuestras puertas.
La llave, mi amor
Me gustaría poder borrar parte de mi memoria para llenar los huecos con puertas totalmente nuevas. Abrir de par en par las aldabas, dejar a la vista escalones que nos conducen por tierras inexploradas a nuevas aventuras, pero te miro, tumbada al sol con el verde de fondo, junto a mí y siento el peso del amor como una losa y repaso tus curvas que todavía me parecen sinuosas y la eternidad tampoco me parece tanto tiempo.
Decido por esta vez, seguir inmóvil contemplando cómo la capa herrumbrosa de polvo hace, si cabe, más bello tu rostro.
Cayeron al tapiz verde del jardin, frente a mi ventana. Eran un trofeo que deseaba. Tú eras esas llaves y yo sólo podía mirarte. Hasta que alguien sin avisar dio al botón de off y me apagué.
Una pantalla de plasma es la voz de un presidente mameluco, pero también la voz de un deseo que nunca se consumará.