El tren cremallera sube por un valle que flanquea el glaciar de Bionnassay y desmontábamos en el paraje llamado nido de Águila (Nid d’Aigle) , a 2380 m.
El día era excelente , y hacíamos una bonita foto con nuestro objetivo nevado al fondo .
Al llegar al pie de la aguja (Aiguille) de Goûter , comenzaban las dificultades . No recuerdo si nos encordamos para atravesar el punto negro más peligroso de aquella jornada . Eran tan sólo treinta metros de ancho del corredor (couloir)de Goûter y había que atravesarlos rápido ya que por este tobogán caen a menudo piedras de todos los tamaños desprendidas en la parte alta del corredor durante las veinticuatro horas del día a causa de los intensos cambios de temperatura que rompen el hielo donde se sujetan las rocas .
Aquellos años ochenta habían sido para nosotros los del descubrimiento de la escalada , y esta práctica ya tan arraigada , permitía el ascenso confiados hasta el refugio de Goûter por una ruta bastante vertical con grandes bloques de piedra «cosidos » literalmente por unos cables de ayuda muy seguros haciendo pasar un buen rato de entretenimiento pero con la atención muy puesta en cada asidero como si de un largo «paso de Mahoma «(pico Aneto ) se tratara .
Llegamos a buena hora hasta el refugio y como ya os he explicado , esto significaba la superación de una etapa más en nuestro periplo . Pero , os recuerdo que todo formaba parte de una apuesta , y cuanto más arriesgada es ésta , más escurridiza se torna la suerte de conseguir el objetivo . Como era de esperar , el refugio estaba repleto .¡-Y no habíamos hecho ninguna reserva….!.
Ni siquiera nos alcanzaba para cenar de menú , y caliente , aunque no era eso lo que más importó . .Además , habíamos hecho un amigo . Se llamaba Luis . era de Madrid y volvía por segunda vez al refugio ya que durante la semana había estado con sus compañeros y en el intento al pico habían sufrido algún percance , por el que fueron rescatados en helicóptero . Él , no se conformaba y por eso , en solitario , estaba de nuevo allí a la expectativa . La conversación se hizo cada vez más amena y así , mientras cenábamos algo sacado de nuestras mochilas y mientras oteábamos el comedor buscando un lugar donde dormir , decidimos admitirlo en nuestra cordada del día siguiente .
Los horarios habituales , con salida hacia la cumbre a las dos de la mañana ,aquella madrugada , al menos , no se podrían cumplir .