Los esponsales se celebraron el 11 de agosto en Barbastro en una ceremonia más política que popular, de carácter privado. Sin embargo, desde la Asociación de Empresarios de Barbastro, Tam Tam Comunicación y Medievalia han decidido abrir las puertas de la historia a todo el público, que aspira a convertirse en un referente de turismo cultural.
Y tras el luto llegó la fiesta. Ayer Ramiro II ya reinaba pero su cargo de monje le pesaba más y decidió entregar la tutela de la Corona al conde de Barcelona, de veinte años, al casarlo con su hija de un año, Petronila, que siempre ostentó el título de reina de Aragón. Los esponsales tuvieron lugar en el mismo enclave que en el siglo XII, en la plaza de la Candelera, en la que otro veterano historiador, Agustín Ubieto, deleitó con su verbigracia a los asistentes sobre la trascendencia de este matrimonio de Estado. El acuerdo jurídico de vasallaje y enlace matrimonial lo selló el escribano Ricardo Vicente, que uso la caligrafía de la época para plasmar el contrato.
Los actos divulgativos y lúdicos tuvieron su espacio con una charla práctica sobre la evolución del traje civil y militar en la Edad Media (de entonces viene el refrán ‘Hasta el 40 de mayo no te quites el sayo’). Acto seguido, le siguió un duelo entre caballeros que hizo las delicias del numeroso público que siguió el combate.
Y uno de los momentos cúlmen de la jornada llegó con el primer torneo del Rey de Aragón, en la plaza de toros por la tarde, con justas a caballo ambientadas en 1440, durante el reinado de Alfonso V el Magnánimo.