

Las hojas tienen una cierta capacidad para acumular agua. Cuando la sequía aprieta, las hojas pierden grosor y muestran más sus nervios. El color ceniciento se acentúa. Cuando recibe agua, las hojas se hinchan ligeramente y aparecen más lustrosas.
En pleno otoño, la sosera ha pasado la época de floración y muestra las semillas. Es el único momento de su ritmo vital en el que se permite un poco de colorido.Pero este momento es breve. Las semillas, provistas de unas bractéolas en forma de pequeñas alas, adquieren un tono rosado que en poco tiempo maduran y se tornan marrón claro. En ese momento se desprenderán del arbusto y viajarán con el cierzo.
Además del calcio contenido en la roca de yeso, la sosera extrae el sodio que se acumuló en las someras aguas del primitivo mar o lago salado que cubrió nuestras tierras en época terciaria. El sodio que acumula la sosera motivó para que se lo usara para obtener sosa, principalmente mediante la cocción de sus raíces. Las cenizas de la sosera se utilizaban también para blanquear la colada.
La sosera ha sido un arbusto apreciado por los pastores. Sus hojas, además de nutritivas, aportan sodio a la dieta de ovejas y cabras. El ganado trashumante, al bajar de las montañas donde los pastos son escasos en sales, se detiene en las soseras , arnallos y sisallos para deleitarse ramoneando estos arbustos esteparios que extraen las sales del suelo. La sosera soporta bien este ramoneo, y multiplica las ramillas después del paso del ganado. La sosera cumplió un papel interesante de conciliación entre ganadería y agricultura. Se cultivó como planta forrajera, al tiempo que formaba barreras de separación para cerrar el paso por donde el ganado no debía transitar. Solución simple y barata como exigen las labores del campo, donde economizar esfuerzos y sacar el máximo rendimiento es principio de supervivencia en tierras tan ingratas.

La sosera ha sido un arbusto apreciado por los pastores. Sus hojas, además de nutritivas, aportan sodio a la dieta de ovejas y cabras. El ganado trashumante, al bajar de las montañas donde los pastos son escasos en sales, se detiene en las soseras , arnallos y sisallos para deleitarse ramoneando estos arbustos esteparios que extraen las sales del suelo. La sosera soporta bien este ramoneo, y multiplica las ramillas después del paso del ganado. La sosera cumplió un papel interesante de conciliación entre ganadería y agricultura. Se cultivó como planta forrajera, al tiempo que formaba barreras de separación para cerrar el paso por donde el ganado no debía transitar. Solución simple y barata como exigen las labores del campo, donde economizar esfuerzos y sacar el máximo rendimiento es principio de supervivencia en tierras tan ingratas.
Juan Manuel Sanz Casales