El periodista de Heraldo de Aragón y gastrónomo José Luis Solanilla presentó el sábado en la librería Moisés de Barbastro, su ciudad natal, el libro ‘Tesoros gastronómicos de Aragón’, en el que presenta las joyas de la despensa de nuestra tierra.
¿Qué ha pretendido con este libro?
Creo que era un libro que faltaba. Reunir en una especie de baúl estos tesoros de los que a menudo hablamos tanto: el tomate rosa de Barbastro, la garnacha, la cebolla de Fuentes, el melocotón de Calanda, … Sabemos que están ahí pero nos falta tener esa conciencia de que tenemos una despensa impresionante en el conjunto de España. Además servirá para que nos lo creamos un poco más, para que los conozcamos y para que los consumidores sepan valorar lo que tenemos y luego paguen de acuerdo a esa calidad. Por otro lado con los cocineros que han participado se pone de manifiesto que con todos estos productos se pueden hacer unas virguerías del nivel más alto.
¿Ha cambiado la sensibilidad del cliente que ahora ve estos productos como gourmets?
Lo que pasa es que son productos que tienen mucho rendimiento en la cocina y los grandes profesionales lo conocen y saben hacer buenos platos. Pero la gente que hemos vivido siempre en Barbastro teníamos tomate rosa o de temporada, borraja, melocotones, el aceite o el vino del Somontano … Para nosotros siempre han sido productos gourmets y además con unas propiedades gastronómicas insuperables y con unos beneficios para el cuerpo que nuestros antepasados ya lo sabían. Que ahora le ponemos la etiqueta de gourmet pues bienvenido porque la gente de la alta cocina lo aprovecha y le da un valor añadido a estos tesoros.
Hay mucho del Somontano en este libro.
Dicen que lo que has mamado en la infancia te marca en tu trayectoria vital, no sólo en el aspecto culinario, si no en todo. Lo que te transmiten tus antepasados es fundamental. En Barbastro cito varias veces a mi abuelo, a mi abuela y a mi madre porque fueron ellos los que me iniciaron en el conocimiento de estros productos. Yo tengo la imagen de mi abuelo que almorzaba en verano muchos días tomate troceadito por la mitad, aceite, unas olivas negras, un poco de queso, jamón y porrón. Y tengo la imagen de que mi abuelo comiendo eso era el hombre más feliz del mundo. El decía que si en la vida tenías tomate con cebolla no necesitabas nada más, y es verdad porque los estudios científicos han demostrado que estos alimentos tienen unas propiedades y unos beneficios para el cuerpo que te aportan nutrientes, defensas, propiedades contra la oxidación, el cáncer, … No podemos pedir más.
¿Hay en su libro un alegato a favor de la cultura popular y las raíces gastronómicas?
Sí, con este libro se pone de manifiesto que tenemos una despensa envidiable y que a veces no la sabemos valorar. Tenemos que mirarnos el ombligo, que a veces no es malo si sirve para valorar lo que tenemos.
En este libro – recetario se ha rodeado de buenos cocineros.
Con el fotógrafo y editor del libro Miguel Ángel Vicente hemos intentado que estén los mejores cocineros de Aragón y yo creo que lo hemos conseguido. La inmensa mayoría de los que están se lo merecen porque están trabajando muy bien y entendieron que el proyecto era muy interesante para la gastronomía aragonesa. Han colaborado haciendo grandes recetas y poniendo lo mejor de sí mismos.