El líder de Podemos, Pablo Iglesias, reapareció de forma pletórica, después de su baja por paternidad, en un mitin político el pasado sábado en la plaza del Museo Reina Sofía (plaza de Juan Goytisolo) de Madrid. El secretario general de la formación morada fue recibido por los suyos al grito de “¡Sí se puede!”. Además de Iglesias, en el acto intervinieron Noelia Vera, Isabel Serra, Pablo Echenique, el líder de Izquierda Unida (IU), Alberto Garzón, Jaume Asens e Irene Montero, entre otros. Esta última, durante su intervención, aseguró que “hasta el mayor de nuestros adversarios políticos sabe que, con todos nuestros defectos y nuestros errores, tenemos la suerte de tener al candidato a la Presidencia que es el único que puede sentar a los poderosos en la mesa y decirles: ‘Se acabaron vuestros privilegios’”.
Tiene gracia que la portavoz -que no portavoza, pues “portavoz” es “quien porta la voz” y, este último término, ya es una palabra de género femenino- de Unidos Podemos -ahora, Unidas Podemos- en el Congreso de los Diputados y pareja de Pablo Iglesias hable de “acabar” con los “privilegios de los poderosos”. ¿De qué “poderosos” y de qué “privilegios” habla? ¿De disponer de escolta policial las 24 horas como Montero e Iglesias en su chalet de Galapagar? ¿De disponer de escolta policial en todo momento en que se encuentran fuera de casa como Montero e Iglesias? Evidentemente, la decisión de protección policial la ha tomado la Secretaría de Estado de Seguridad, a petición del secretario general de Podemos, y de acuerdo con los informes policiales preceptivos de la Comisaría de Seguridad Ciudadana. No es que me parezca mal esta decisión, pues considero que es precisa la seguridad de nuestros dirigentes políticos en caso de que se hayan producido amenazas con visos de realidad. Lo que ocurre es que a cualquiera de nosotros que unos años antes hubiera asegurado “que a los que gobiernan en este país los pies les huelen a franquismo y que a muchos policías se les debería caer la cara de vergüenza cuando en lugar de defender a la gente, se convierten en matones al servicio de los ricos”, quizá, posteriormente, se nos denegaría ese servicio policial si antes no nos disculpáramos con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como creo que no ha hecho aún Pablo Iglesias. El líder podemita realizó esas declaraciones el 14 de noviembre de 2012 en su programa televisivo La Tuerka y, al día siguiente, lo publicó en su cuenta de Twitter.
Montero también dijo que Podemos sale a gobernar y que “el presente y el futuro puede estar en manos de las mujeres”, aunque se olvidó de decir que, por ahora, es un hombre quien manda y ordena en la formación morada. Quizá también podría haber recordado que, en vísperas del 8-M, la formación morada presentó en las redes sociales un póster en el que se proclamaba el retorno del líder podemita con una imagen de espaldas de Pablo Iglesias, con puño en alto, y bajo unas enormes letras con el lema “VUELVE”. Pero ya se sabe, el machismo solo afecta a los demás partidos, en ningún caso a los podemitas.
Pero, evidentemente, Pablo Iglesias fue el gran protagonista del acto y disfrutó de diversos momentos de gloria. Así, no tuvo ningún empacho en decir que “el Parlamento no tiene el poder que debería tener en un sistema que se llama democracia” y que en España hay familias “que tienen más poder que cualquier diputado” (como la mía, debiera de haber añadido Iglesias). Pero vamos a ver, ¿es que el Parlamento no cesó a un presidente de Gobierno y propició el nombramiento de otro hace unos meses mediante una moción de censura? Eso es un instrumento de la democracia de nuestro país, pero intuyo que lo que en realidad quiso decir el señor Iglesias es que su grupo parlamentario debiera tener más poder que el Parlamento e, incluso, que el propio Gobierno siempre y cuando no sea un Ejecutivo liderado por su formación política. El secretario general de Podemos insistió en que podría haber “ministros de Unidos Podemos” en el próximo Gobierno de España. Quizá por ello la formación morada llegó a registrar en el Congreso, antes de su disolución, una propuesta que abogaba por que los altos cargos del Gobierno y la Administración cobren tres años más de indemnización tras su cese, es decir, pasar de los dos años actuales a un total de cinco. Como es natural, Iglesias y Podemos siempre pensando en los más desfavorecidos de la sociedad. Eso sí, al disolverse las Cámaras, la tramitación de esta propuesta quedó interrumpida.
En esta ocasión, Unidas Podemos tendrá más difícil convencer de sus bondadosas propuestas e iniciativas a una sociedad que, cada vez más, se informa y se preocupa por estar al corriente de la actualidad. Esta democracia imperfecta que tanto critica Iglesias es la que nos permite poder informarnos por múltiples y variados medios de comunicación que tan necesarios son para una verdadera viabilidad de cualquier Estado de derecho.