El tiempo transcurre deprisa. Han pasado cinco años y parece que fue ayer la presentación de RONDA SOMONTANO en el Centro de Congresos de Barbastro. Una revista digital que ha sabido abrirse camino. De lo que me congratulo. ¡Faltaría más!
La prensa es auge, cultura, comunicación. También comodidad, ocio y, por extensión, civilización y, si se me permite, hasta ilusión. Nos cuenta lo que ocurre a nuestro alrededor y nos anima a consumir los productos que necesitamos. Y si es digital, como RONDA, nos traslada las noticias al instante con las ventajas de poder comentarlas y de establecer rápida conexión desde cualquier lugar en el que nos encontremos. Y es que la tecnología, ya se sabe, adelanta cada día una barbaridad.
Que un medio de comunicación en los tiempos que vivimos cumpla cinco años como es el caso de RONDA es tarea difícil. No hay más que ver los remolinos que rodean a cualquier medio de comunicación que se proponga ser independiente. Basta pensar, por ejemplo, en una sociedad como la nuestra, tan morbosamente suscptible y a veces quisquillosa, donde casi todo molesta o incomoda. Y la prensa independiente no es una excepción pese a que la independencia informativa no tenga nada que ver con la oposición sistemática, con la polémica constante, ni con la agresividad, pues con esas actitudes sólo se conseguiría llamar la atención momentáneamente sobre la revista, para amansarse súbitamente y abandonar esas posiciones apenas logrado el fin propuesto.
RONDA ha cubierto una etapa importante -la que requiere el mayor esfuerzo- en el campo de la información, lo que le augura un futuro prometedor, porque durante estos cinco años no se ha encasillado en las opiniones propias ni ha despreciado las ajenas ni los hechos que no le convinieran. Aunque la independencia informativa no es sinónimo de infabilidad, y de hecho muchas veces no se acierta, lo realmente importante, como hace RONDA, es tener siempre presente que esa independencia no consiste tanto en mantener los mismos puntos de vista sobre cuestiones concretas como en la fidelidad a unos principios generales y, sobre todo a una norma de conducta: estar siempre con la verdad, la tenga el periódico o la deba reconocer en los demás.
Al margen de críticas brillantes, sensacionalistas, espectaculares, que tantas veces son sólo flor de un día, lo que a la larga consolida la reputación de independencia de un periódico y lo que hace que sus lectores confíen en él, es que el lector perciba la garantía de que se le ofrece una opinión leal, sincera y libre de cualquier compromiso subterráneo de carácter político, social, económico o personal, un empeño ciertamente loable que se aprecia en la línea editorial de RONDA.
Conseguir ese propósito requiere tiempo, pero cuando se logra el periódico se convierte en una verdadera institución no sólo por lo que tiene de consejero leal, sino porque detrás del medio hay una opinión que se siente representada por él. Desde esta tribuna apuesto, pues, porque RONDA lo consiga, contando, como es natural, con el respaldo de una política clarividente por parte de los poderes públicos, que siga respetando el área de libertad que el ejercicio de la independencia informativa reclama.
Felicito sinceramente a sus promotores por esta iniciativa en vías de consolidación, que cada día cuenta con más usuarios. Me gusta RONDA porque es plural, puntual en la cita y objetiva en la información, porque actualiza paulatinamente el servicio que nos presta, y porque, me consta, tiene la predisposición a introducir mejoras, como una sección de debate que echo en falta y que acaso podría proporcionar una corriente de opinión siempre interesante si canaliza respetuosamente talantes e ideas en un intento de procurar comprendernos mejor entre nosotros.
¡Adelante!, pues, con RONDA, y por muchos años más.