Achillea millefolium es una hierba común en la montaña. Allí la vemos frecuentemente, aunque de flores blancas o levemente rosadas. La que aquí tenemos es de tonos más intensos y capítulos más grandes. Me atrevo a concluir que se trata de una planta que procede de algún huerto o jardín, y que fortuitamente ha llegado a este lugar. Su futuro… incierto.
Afortunadamente, cada vez es más frecuente encontrar personas que prefieren gestionar estos espacios con una visión global, ecológica. No es una estrategia nueva. Ya en los huertos de los monasterios medievales se utilizaba la milenrama con este fin. Pero en nuestra sociedad hemos pasado ( y todavía está muy presente) una etapa de utilización de los medios químicos sintéticos como vía rápida para atajar plagas y molestias. Hoy ya sabemos que, a medio plazo, el uso de estas sustancias ajenas a la ecología del huerto añaden más costes que beneficios y alteran la dinámica de ese espacio de naturaleza domesticada que es el huerto o jardín. Como decía, cada vez son más los que se suman a esta manera de gestión del huerto, donde especies vegetales y animales se contemplan como un todo que interactúa y en el que se buscan aliados para obtener el mayor beneficio sin dañar el ecosistema del huerto. Implica mayor sensibilidad, más atención, más conocimiento. Implica aceptar un peaje a la naturaleza, pero al mismo tiempo nos aporta la convicción de actuar con responsabilidad por nuestra salud y la de nuestro entorno.