Aragón celebró el 23 de abril la festividad de su patrón, San Jorge, y el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía. Fue un día doblemente festivo y especial en el que el Partido Aragonés volvió a reiterar su vocación de partido al servicio de Aragón, la defensa de lo nuestro, el máximo nivel de autogobierno desde el respeto al marco constitucional, el reconocimiento de nuestros derechos históricos y un sistema de financiación autonómica suficiente. Esta última es la gran asignatura pendiente. El momento de exigir que el nuevo modelo sea justo con Aragón (los grandes partidos han impedido siempre que lo fuera, por sus intereses políticos en otros territorios con mayor bolsa de voto). Es la hora de que sean atendidas, de una vez por todas, las singularidades recogidas en la ley orgánica -Estatuto de Autonomía- como la despoblación, el envejecimiento, la orografía o el carácter fronterizo que encarecen la prestación de servicios. Además, exigimos el cumplimiento del artículo 108, porque no queremos ser más que nadie pero tampoco menos.
Cuatro décadas de autogobierno que han constituido y constituyen la verdadera identidad aragonesa impregnada de ADN PAR desde el Gobierno de Gómez de las Roces hasta hoy. Que nadie se eche flores. Lo digo y lo mantengo. La piedra angular en la gestación del Estatuto se llama Partido Aragonés. Una ley orgánica que nos ha proporcionado la autonomía de la que disfrutamos desde la capacidad de desarrollo adquirida a través del ejercicio de las competencias reconocidas que hemos podido ejercer desde su aprobación. Una etapa fructífera de grandes proyectos en Aragón impulsados mayoritariamente por el Partido Aragonés, que han dibujado la historia de la Comunidad Autónoma de los últimos 40 años.
Cada día debemos sentirnos orgullosos por nuestra rica historia, por lo que entre todos y todas hemos conseguido. Y esperanzados para afianzar el compromiso que tenemos para avanzar sin quedarnos atrás, sin que nos ninguneen ni nos agravien comparativamente con otros territorios que tienen mayor peso específico, mayor poder y fuerza política en las Cortes Generales.
Podremos cometer errores, pero que sepan los aragoneses y aragonesas que como presidente del Partido Aragonés trabajo por un futuro mejor para cada habitante de esta Comunidad.
Aragón tiene un prometedor futuro y hay que ir a por él. Nadie mejor que nosotros sabemos de esfuerzos y retos. En los dos últimos años se nos han presentado desafíos importantes como la pandemia de la que ha derivado una triple crisis que nos ha hecho sufrir mucho, pero que también nos ha hecho crecer como personas a pesar de su dureza. Así ha sido para mí personalmente y también como servidor público.
En Aragón, tierra de pactos, sabemos, además, esforzarnos e involucrarnos y llevamos la nobleza en nuestro ADN. Ese es nuestro sello identitario y mi orgullo como aragonés. Los aragoneses y aragonesas somos gente noble, leal y justa. Y nos tenemos que enorgullecer de ello. Si estamos convencidos de algo y no hay argumentos que digan lo contrario, nada ni nadie nos desvía del camino. Eso nos honra.