¿Por qué algunas personan se apuntan a todo eso de las asociaciones? ¿Qué motiva, qué alienta a éstos? Se me ocurren –malpensando-, hablando de personas con estándares psicológicos normalizados: por figurar; como medio para conseguir auge, impulso, fama, alcanzar una meta, es decir, catapultarse; para reafirmarse; por interés o beneficio particular; por protagonismo o vanidad. Los que hemos estado o estamos en asuntos de éstos nos hemos oído, aunque fuere con sordina, alguna dádiva de esta índole. Una visión más esperanzadora u optimista se suele encontrar en la génesis de éstas, de las asociaciones: en sus estatutos.
En los de la que ahora me ocupa, en resumen dicen sobre los objetivos: que la Asociación conservará, enriquecerá y promocionará la colección de arte del Museo, difundirá y promocionará su conocimiento, dinamizará el Museo enriqueciendo la oferta cultural de la ciudad, comarca y de la diócesis Barbastro-Monzón, buscando la integración del Museo en la sociedad, contribuirá al mantenimiento económico de la colección de arte y de su sede, colaborará en tareas auxiliares de gestión del Museo mediante voluntariado. Suena sostenido, suena muy bien. Nos comprometemos con un proyecto a fin de conseguir una meta.
En mi caso, la cultura en general -el arte y la belleza en este caso- son el aire, la respiración. A propósito del X aniversario del Museo Diocesano Barbastro Monzón, para cuya celebración se han organizado diversos actos ya anunciados, me recuerda que el próximo año, si todo va bien, celebraremos el nuestro, el X aniversario de Amigos del Museo – sin querer decir que el anterior no lo sea, que sí lo es, que es el único- A propósito de lo que digo, a mucha honra enumero a los componentes de la primera junta de la Asociación, como agradecimiento, gracia, memoria y homenaje particular: Enrique Calvera, Ángel Noguero, Antonio Bardají, Ascen Lardies, Fernando Noguero, Manuel Coll, María Dolores Pons, Rosa Viñuales, Maite López y el que suscribe ¡Hurra! Tres “Hurras” por Enrique Calvera.