Ya estamos cerca del final de 1931. El año en que se proclamó la efímera Segunda República Española. Duró poco más de cinco años.
Aunque la ya lejana Primera República Española aún fue más corta. Tan solo sobrevivió un año y diez meses (11.02.1873-29.12.1874).
Aún y la brevedad, la confusión (en muchos casos provocada por sus enemigos) y la manifiesta violencia (veníamos de una dictadura que nos tenía acongojados), la República hizo nacer en los españoles dudas, razonamientos y pensamientos hasta ahora inexistentes en muchos de nuestros compatriotas.
Muchas de las reformas que se trataron de realizar no llegaron a buen fin pero suscitaron interés y el descubrimiento de que la sociedad española podía ser de otra forma. De hecho no había cambiado en muchos centenares de años. Así, se intentaron tramitar reformas importantes como la Agraria, la Territorial, la Educativa, la separación de Iglesia y Estado, la Laboral y otras.
Uno de ellos es el trato que se le había dado a la mujer a lo largo de la historia y que no había variado en demasía en los últimos siglos. La mujer estaba mal retribuida, sometida, peor alimentada, víctima de interminables jornadas y sin ninguna posibilidad de cambiar esta modesta existencia.
Nuestro paisano Pablo Cistué hablaba de la consideración legal de la mujer como una perpetua menor o una perpetua demente. Hablaba de que se posponía a la mujer en el voto a todos los hombres cuando entre ellos había muchos analfabetos y un tanto por ciento elevado de incultos e incapaces de elegir con un criterio sano. En una frase resumía algo que empezaba a cocinarse entre la sociedad a pesar de las opiniones en contra de muchos:
“La mujer puede llevar el timón del estado, pero no todos sus remos”. Esto último en alusión a las diferencias físicas entre hombres y mujeres.
Respecto al inesperado y nuevo SEGURO DE MATERNIDAD se informaba de que eran beneficiarias todas las mujeres de entre 16 y 50 años inscritas en el retiro obrero obligatorio. De que debían asegurarse de su inscripción en el Seguro de Maternidad exigiendo la entrega de su libreta, de que debían contribuir con 1,85 pesetas cada trimestre (un céntimo de euro, el resto de la cuota la debía pagar el patrono). Durante las seis semanas posteriores al parto, estaba prohibido el trabajo a las aseguradas. Era un deber y un derecho, y se definía este avance como “una de las más justas conquistas de las clases trabajadoras”. Así mismo (increíble para la época) “A la obligación del descanso legal después del parto, corresponde el derecho a una indemnización por pérdida de jornal”.
A nivel local el Alcalde de Barbastro era aplaudido al haber actuado para impedir el alza de precios de algunos artículos de primera necesidad, poniendo énfasis en el control de las calidades, los precios y las medidas. También se valoraba el acuerdo municipal para pavimentar algunas calles ya que daba trabajo a muchos obreros. La crítica negativa nacía por la gestión municipal del nuevo Instituto. ¿Como podía ser que ciudades menos importantes y con menos población que Barbastro tuvieran Instituto Público y nuestra ciudad no? Parecía inaudito y se acusaba al Consistorio de promesas… “Menos palabras y más hacer, que es lo que hace falta” se decía en la calle.
Y una sorprendente curiosidad. El Ayuntamiento tenía previsto colocar enchufes en las obras y mejoras de instalaciones municipales y los barbastrenses no lo tenían muy claro. “Hay que tener mucho cuidado con los enchufes, que aunque parece que estas instalaciones se generalizan, son peligrosas, y alguna vez llegan descargas violentas, pues la corriente tiene malas bromas”.
En temas más prosaicos, el reconocido BAR VICTORIA anunciaba que “a partir de esta semana se darán conciertos las noches de los martes y los jueves a partir de las nueve y media de la noche. Serán dirigidos por el reputado profesor y músico D. Simón Gabás. Calle Coso 21.”
El café costaba 0,25 pesetas (0,0015 euros). Es decir que con un euro podías tomarte 666 cafés.
Recordemos que la primera liga española de fútbol se celebró en 1928. En 1931 estos eran algunos de los resultados de la jornada liguera:
Atlétic 3 – Madrid 3. (Obsérvese que el Madrid no era REAL), Iberia 1- Nacional 2, Donostia 2 – Irún 2, Euskalduna 0 – Logroño 6, Gimnástico 3 – Valencia 4, Osasuna 6 – Zaragoza 0.
Ahí van los precios de algunos productos básicos de la cesta diaria que se podían adquirir en los comercios de Vicente Lagüens y Ramón Planes:
Tocino fresco blanco a 2 pesetas kilo (0,12 céntimos de euro el kilo)
Costilla de cerdo a 3 pesetas kilo (0,18 céntimos de euro el kilo)
Salchicha pura de cerdo a 4 pesetas kilo (0,24 céntimos de euro el kilo)
Filetes de ternera a 5 pesetas kilo (0,30 céntimos de euro el kilo)
Barbastro en octubre de 1931