Asomarse al periodo de la Guerra Civil sin prejuicios ideológicos es un ejercicio muy difícil que requiere una altura de miras y la aspiración utópica de tender a la imparcialidad para analizar una época tan convulsa y brutal que despierta filias y fobias en ambos bandos. Y todavía es más difícil cuando se trata de recrear una historia familiar.
Pero el doctor y profesor de Literatura por la Universidad de Alcalá de Henares Pedro Carrero Eras lo ha conseguido en su libro ‘El telegrafista de Barbastro’. Esta obra ha sido publicada por Ediciones del Viento y se presentó recientemente en Librería Ibor de la mano del historiador Luis Alfonso Arcarazo.
Ambos tienen un pasado común: ser hijo de un/a telegrafista. Además, los dos son buenos conocedores del periodo abordado en la novela. El primero se documentó para recrear el Barbastro en el que vivió su padre cuando fue destinado al puesto de telégrafos poco después de empezar la contienda y el segundo ha publicado varios libros sobre el conflicto en Aragón. Escucharlos fue una doble lección de literatura y de historia.
Una historia familiar
La novela recrea cómo pudo ser la estancia en Barbastro durante la Guerra Civil. El traslado de su padre, amigo de Julián Besteiro, es una purga ideológica. Era militante de la CNT en un cuerpo profesional dominado por la UGT.
Por tal motivo es destinado a Barbastro en lugar de a Lérida, de donde es su mujer. En la ciudad del Vero nos cuenta el ambiente que se respira en 1937 y aparecen trágicos episodios como los bombardeos. Con el paso del tiempo su fervor republicano va decayendo y por instinto de supervivencia decide pasarse al bando franquista con todo el peligro que ello conlleva y las sospechas con las que es recibido por los nacionales.
La historia está escrita desde la figura literaria del narrador equisciente lo cual hace que el relato gane en objetividad y con un lenguaje realista y muy cuidado, propio de un profesor de taller de escritura, como es el caso. Pero sobre todo el libro es un documento histórico que ofrece desgarradores relatos de uno y otro bando, siendo su protagonista, como tantos otros españoles, una víctima del conflicto a partes iguales.
La mirada del autor
“Mi padre vivió un episodio de su vida trascendental en Barbastro y que tiene que ver con el dolor, la carencia de alimentos, el sufrimiento, los bombardeos, … Cuando venían los bombardeos, el se quedaba en la oficina o en casa. La figura de mi padre es la de muchísimos españoles, no es un héroe, pero tampoco un antihéroe. Es un hombre normal con sus virtudes y sus defectos que sirvió lealmente en las dos zonas. Hay pocos funcionarios que hayan estado en el mismo puesto en la zona republicana y nacional”, cuenta su hijo y autor del libro, Pedro Carrero.
El telegrafista volvió décadas después del conflicto civil a Barbastro acompañado de Pedro que ya llevaba en mente contar los hechos vividos por su progenitor de julio de 1937 a abril de 1939. “En las conversaciones familiares Barbastro aparecía como un lugar mítico”, señala Pedro, una fascinación que le llevó a escribir esta novela tras una ardua documentación que le ha servido para reconstruir fielmente y con realismo la ciudad.
El autor se asoma de forma ponderada y aséptica a la Guerra Civil “sin decantarme por un bando ni otro. Investigar sobre los hechos que vivió mi padre me ha hecho ver lo bueno y lo malo de ambos bandos”. “He intentado crear una distancia y una imparcialidad, aunque se habla mal de determinados personajes como un comisario político que por la parte de atrás de su casa metía alimentos para el estraperlo. Es un homenaje a mi padre y a tantos funcionarios. Piensa en las últimas elecciones, los empleados de correos trabajaron en verano como fieras. Algo de eso hay en el empleado de correos y en el telegrafista, oficio que ya no existe”.