Hoy por la mañana he tomado esta imagen mientras iniciaba otra «jornada laboral» ciclista según establecen los principios fundacionales de mi jubilación parcial.
Detrás, a mis espaldas, estaba el futuro cementerio, lugar de reposo por excelencia. Sin embargo, el instante que quería capturar era la nascencia. En oposición al final siempre hay un comienzo. Esa claridad del sol, trémula y emborronada, por el contrario revela objetivos de futuro muy nítidos. El nuevo día empuja a ejercer con optimismo una existencia trufada de planes y esperanzas.
En un futuro, ojalá muy lejano, quizá reposemos en ese camposanto que observa ansioso hacia el este y acoge agradecido unos rayos de sol, heraldos de juventud que exclaman: «Disfruta, aún estás vivo…!».
No hay esperanza si no hay fe en el nuevo día.