Para junio de 1533 la ciudad presentaba sus mejores galas, con su iglesia mayor recién terminada a falta de algunos detalles (la actual catedral), los jurados conocían ya que el Inquisidor General se iba a instalar en la ciudad por lo que le ofrecieron 3 o 4 casas, se preparaban para recibir a sus huéspedes.
Entre la retahíla de personas ilustres que se alojaron en la ciudad, destacaba el del influyente y poderoso secretario de Estado Francisco de los Cobos, con una capacidad decisoria sin igual dentro del selecto grupo cercano a Carlos I. Pero, cómo pudieron atraer a esta persona a Barbastro. Como en tantas ocasiones, lo hicieron mediante regalos y organizar eventos a su gusto. Así, el mercader Juan Díez se enteró que la mujer del secretario Cobos, María de Mendoza, era muy aficionada a los toros y en honor a ella se organizó una corrida en la plaza del mercado.
Sé que esta es una tierra de vinos, y quería contaros una curiosa situación que ocurrió en relación con unos borgoñones. Todo el mundo sabe que la gente de Borgoña se cree que tienen los mejores vinos del mundo conocido, además son demasiado refinados y con costumbres que son chocantes tanto para los ingleses, como para los alemanes y mucho más para los de estos reinos. Pues bien, conozco que en Barbastro existía un estatuto del vino, en el que se impedía que se metiese uva de fuera de la ciudad y se vendiesen vinos que no fueran autóctonos, también se ponía el precio o se indicaba el momento cuando debía empezarse a vendimiar (ese año se comenzaría a partir del día de San Miguel). Con respecto a los precios, en este caso sé, porque eran los que yo bebía, que el de los vinos blancos y clarete iban a siete sueldos el cántaro. Pero también sé que, aprovechando la ocasión muchos subían los precios y comenzaron los disturbios. Unos cortesanos de Borgoña introdujeron vino de manera ilegal, aduciendo que el de aquí no les gustaba, ante esa situación que podría volverse peligrosa, los jurados de la ciudad no tuvieron más remedio que dar permiso a unas cuantas personas, de entre las más importantes, para que pudieran entrar vino de fuera para su uso particular y tan solamente durante un tiempo, desde agosto hasta Navidad, ya que, además el vino se iba agotando. Lo que da muestra de la cantidad de vino que se podía llegar a consumir y, claro su consumo en exceso provocaba graves altercados, máxime los días de mercado.
El seis de septiembre llegó la orden de aposentar a la guardia de pie de Carlos I, en la que se concretaba que quería que se alojasen donde no hubiera ya otros huéspedes y que se les atendiese bien. El dos de noviembre los jurados dieron orden de gastar todo lo necesario para que se recibiesen con el mayor de los honores a los niños y a la esposa del rey: Felipe que acababa de cumplir 6 años a María 5, y a su madre Isabel de Portugal. El recibimiento bajo palio con todas las personalidades que residían en la ciudad fue antológico, durante un mes no hubo ninguna reunión del concejo más preocupados por agasajar a sus huéspedes que por otra cosa administrativa. A finales de diciembre yo estaba bastante indispuesto y enfermizo, por lo que no me quedó más remedio que posponer mi estancia en la ciudad, mi final estaba cercano.
En el último capítulo, explicaré los detalles de la misión que tuve que llevar a cabo y el desenlace de la historia.
Segunda parte de: https://rondasomontano.com/revista/155752/capitulo-i-presentacion-y-encargo-un-embajador-ingles-en-el-barbastro-de-1533/