La historia otorga un nombre a cada época, la epidemia de gripe del 18 del pasado siglo pasó a la historia como la gripe española. Aunque se originó en EEUU, fue aquí donde se le dio mayor relevancia en la prensa, pues España no participaba en la Guerra Mundial.
Esta pandemia correrá una suerte parecida. De aquí a poco nadie hablará de ella. Me parece un tema poco relevante para organizar una exposición. No entiendo el título de “la edad indefinida”: todos los tiempos son definidos e inevitablemente suponen un tránsito de uno a otro. Más adecuado sería pensar en una suspensión en el tiempo, no en una indefinición.
El comisario, el artista Arturo Gómez, articula esta exhibición no en torno a una idea, o a un concepto, sino en torno a una circunstancia. Una debilidad conceptual que se despliega por todas las obras seleccionadas. Hay que profundizar un poco más, y avanzar alguna hipótesis de cómo afecta o cómo va a afectar al arte y a los artistas esta nueva situación. Cómo esta nueva época va a cambiar las relaciones artísticas, los modos y la propia obra de arte. Ni siquiera habla del net-art que se ha puesto de relieve y ha cobrado pujanza en esta época de confinamiento. O de las NFT (certificados de propiedad de activos artísticos virtuales). Y estamos viendo que los confinamientos han supuesto, en muchos casos, una reafirmación del rol del artista y han favorecido el acto de crear que es un acto solitario y silencioso. Además no todas las obras se han realizado durante la pandemia, pues hay obras fechadas con anterioridad.
Asimismo me resulta poco ético que el comisario que selecciona a los artistas se incluya él mismo y su pareja con otra obra. No me parece serio. Hay muchos artistas que actúan de comisarios y algunos con gran acierto, pero nunca se deben mezclar las cosas. (Como fue el caso de una conocida comisaria de Zaragoza, que ejercía de crítica de sus propias exposiciones).
Me resulta incomprensible cómo esta muestra ha pasado por el museo Gargallo de Zaragoza. Es difícil de entender que unas obras tan flojas hayan estado allí emplazadas. Claro que es un museo municipal que sólo ha brillado en sus actividades cuando lo dirigió el comisario Pablo Rico, allá en los 80, y nunca más ha despertado de su letargo, a pesar de que Pablo Gargallo sea uno de los escultores más importantes del siglo pasado.
En una selección de más de 40 artistas siempre vamos a encontrar obras interesantes, aunque en mi opinión son las menos, pues algunas no pasan de meros ejercicios de aficionados poco aventajados. Fíjense en las mejores: obras de Sergio Abrain, Faustino Aizkorbe, María Cañada, Fernando Cortés, Fernando Estallo, Joaquín Ferrer, José Luis Gamboa, Pilar García, Eduardo Lozano, Miguel Mainar, Ignacio Mayayo, Pilar Urbano, José Verón, Gregorio Villarig o Rosa Vives.