Hay muchos animales que, a primera vista, resultan simpáticos a la mayoría de la gente, sobre todo algunas aves y, especialmente, las crías de muchos mamíferos. Otros, sin embargo, siempre han provocado fobias, manías, asco o leyendas infundadas que han provocado su persecución y muerte desde tiempos inmemoriales. Entre estas últimas se encuentran las culebras. Hoy traemos a estas páginas la mayor culebra que podemos encontrar en el Somontano y en toda la península. Se trata de la Culebra bastarda, que puede alcanzar casi dos metros y medio y que viene con ese lamentable lastre.
Tiene una cabeza relativamente grande, estrecha y puntiaguda, con unos grandes ojos, con una llamativa pupila redonda y unas escamas supraoculares prominentes, a modo de “cejas”, que le confiere una “mirada amenazadora” y que la hace inconfundible. Su cuerpo es largo, con escamas grandes y en los ejemplares más viejos se aprecia un surco central desde el cuello a la cola. La coloración dorsal es verde oliváceo uniforme y sin manchas. Casi todos los ejemplares adultos tienen detrás de la cabeza una zona oscura, casi negra. Esta característica parece ser la que ha alimentado la leyenda de las “culebras con pelo”, al poder llegar a confundir esta mancha con un mechón de pelo. La parte ventral es blanquecina o marrón muy claro con manchas oscuras. Los juveniles y algunas hembras poseen una coloración verdosa o parda y un complejo diseño de manchas oscuras y claras. Los machos suelen ser mayores que las hembras.
Se distribuye por toda la provincia de Huesca, encontrando zonas con una mayor densidad, generalmente por una mayor presencia de presas. En la comarca del Somontano la podemos encontrar en todo tipo de hábitats, siempre que tengan refugios suficientes, tales como márgenes de piedra, ruinas de construcciones, montones de leña y tocones, madrigueras de conejo u otros animales, etc. Suele ocupar carrascales, sotos fluviales, zonas de matorral, lugares desprovistos de vegetación, cultivos de secano, de regadío, etc. Se alimenta de todo tipo de animales, con la única limitación del tamaño del ejemplar; los juveniles consumen lagartijas, insectos y otros animales de tamaño pequeño y los adultos llegan a capturar ratas y otros roedores, aves medianas y otros de tamaño similar.
Pasa un período de letargo invernal, generalmente entre octubre y febrero, oculta en madrigueras de mamíferos, nidos de abejaruco, bajo troncos y piedras, etc. Al ser una especie ágil y veloz, su principal mecanismo de defensa es la huída, aunque si se siente acorralada emite unos potentes soplidos amenazantes, hinchando y levantando la región anterior mientras avanza hacia su atacante, llegando a morder a su agresor si esto no lo hace retroceder. Es una especie opistoglifa, con los dientes inoculadores de veneno retrasados (en lo que serían nuestras muelas del juicio). Esta posición de los dientes hace que no llegue a inocular el veneno en caso de morder y si lo hace, no tiene consecuencias para el ser humano, salvo casos de alergias, dada su baja toxicidad.
Su costumbre de tomar el sol sobre el asfalto de las carreteras, sobre todo en las horas o días con menor insolación, la convierte en uno de los reptiles más afectado por los atropellos. Hace algunas décadas era frecuente encontrar grandes ejemplares, que superaban los dos metros, atropellados en muchas carreteras. Hoy es prácticamente imposible dar con ellas, signo inequívoco de la disminución de sus poblaciones. Numerosas afecciones se encuentran como causa directa de esta reducción; roturaciones de terreno y eliminación de refugios, uso de pesticidas, ahogamiento por caída a canales y balsas, persecución directa, etc.