A partir del pasado mes de septiembre, el mundo se paralizó ante las impactantes imágenes del volcán “Cumbre Vieja”, en plena erupción, ubicado en la isla de La Palma, en el archipiélago canario. Y me consta que, debido a ello, han sido muchos los vecinos del Somontano que se han preguntado, no sin recelos, si este fenómeno geológico podría producirse, alguna vez y con todas sus consecuencias, también en nuestro suelo.
Seguro que se van a sorprender si quien esto subscribe les informa que, en nuestra provincia, el principal volcán se levanta en el Pirineo axial, a 2545 metros de altitud. Se trata del pico Anayet, cuya última erupción se desconoce.
No obstante, se conmoverán mucho más si les notifico que, a escasos kilómetros de Barbastro, concretamente en el valle de Palau, sito en la zona serrana que se extiende en el triángulo que forma Estadilla, Fonz y Alins del Monte, existe un amplio sector que sufrió en el pasado una actividad sísmica demoledora. Aún hoy en día, el viajero puede toparse con una extensión plena de sedimentos cenizosos, bombas volcánicas y otros fragmentos sólidos de materiales expulsados a través de las calderas activas que allí estuvieron ubicadas, actualmente no identificadas, cuyas columnas eruptivas arrojaron a kilómetros de distancia estos piroclastos o fragmentos de magma fragmentada y solidificada.
En la localidad de Fonz se conoce desde tiempos pretéritos a un tramo de esa partida con el topónimo de “El Volcán”, destacando sobremanera una sima revestida de una capa de dióxido de azufre que, en algunos momentos puntuales, todavía despide enigmáticos vapores. Algunos estudiosos identifican a este prodigio de la naturaleza como producto del descenso de las temperaturas que afecta al manantial acuoso que discurre por las entrañas de esos montes, pero otros especialistas asocian este fenómeno geológico al vulcanismo que allí se manifestó en tiempos pretéritos.
Desconozco las fuentes informativas que consultó el erudito foncense Joaquín Manuel de Moner para afirmar a fines del siglo XIX, en la publicación “Aragón histórico, pintoresco y monumental”, que: “El decrecimiento de la población de Fonz o Fhoz, debiose a la erupción de un volcán que, aunque hoy existe apagado, las señales que todavía se conservan existentes dentro de la partida llamada Valdemoro, monte de Las Cabañetas, demuestran que debió poner en peligro su existencia, y más llevando consigo hundimientos de terrenos cercanos a la villa con cráteres de verdadero terremoto.” No soy geólogo, ni mucho menos vulcanólogo, pero como arqueólogo e historiador les puedo asegurar que cuando la zona volcánica de Palau se encontraba a pleno rendimiento, a nuestros pueblos les quedaban cientos de miles de años para existir. Jamás, pues, los vecinos del Somontano corrieron peligro alguno con relación a estos fenómenos eruptivos.
El origen de esta zona caliente altoaragonesa, que se ubica en la sierra de La Carrodilla a unos 700 metros de altitud sobre el nivel del mar, reside a muchísimos kilómetros de profundidad, por debajo de la corteza terrestre. Desde el núcleo hasta la superficie de la Tierra, nuestro planeta se divide en varias capas superpuestas que en algunos lugares están agrietadas, formando diferentes placas tectónicas. Cuando éstas se mueven y chocan, provocan que los gases, magma y otros materiales sólidos busquen salidas hacia la superficie, originando los conos, calderas y cráteres, y causando la erupción con sus respectivas bocas secundarias y coladas de lava.
Queridos lectores: que no cunda el pánico. En nuestra comarca del Somontano, actualmente no hay volcanes que quieran despertar. No obstante, sí que tenemos restos fósiles de fenómenos sísmicos que, desde hace infinidad de años, permanecen en plena somnolencia e inoperantes. Es el caso concerniente a nuestra sierra de La Carrodilla. ¡Y que así siga, “per saecula saeculorum”!