Las solicitudes de gente que quiere trasladarse al mundo rural se han duplicado en los últimos meses tras el confinamiento. La pandemia ha hecho que especialmente muchos catalanes, zaragozanos y valencianos busquen en los pueblos de la comarca del Somontano un lugar para vivir. Muchos tienen vínculos familiares en sus pequeños pueblos pero otros deciden quedarse tras conocer el territorio durante sus vacaciones de verano. Las posibilidades que ofrece el entorno natural de la Sierra de Guara es uno de los grandes atractivos para los nuevos pobladores. Ahora además no sólo son las familias las que buscan un cambio de vida en el pueblo sino que cada vez más parejas y jubilados apuestan por disfrutar sus días en pequeños municipios.
FRANCISCO LAC Y PAULA BORJA ( AZLOR)
“teníamos claro que queríamos criar a nuestros hijos en un pueblo”
En el pueblo de Azlor sólo en los últimos meses se han instalado 3 nuevas familias, una de ellas es la de Francisco y Paula. Ella es valenciana y él de la comarca de Los Monegros y tienen dos hijos pequeños menores de 2 años. Desde el primer momento que se conocieron lo tuvieron claro. Ambos querían vivir en un pueblo “queríamos que nuestros hijos se criaran en un pequeño municipio, lo teníamos claro antes de que llegara la pandemia, el virus sólo ha ratificado nuestras convicciones”. Paula trabaja como profesora en el CRA de Adahuesca y él es electricista por lo que desde un principio buscaron una casa o terreno para comprar en la zona. Desde el Ayuntamiento de Azlor dicen fueron todo facilidades “nos ayudaron a buscar una vivienda y nos facilitaron los contactos de los propietarios dispuestos a vender terreno tanto en este pueblo como en los de alrededor ya que nosotros estábamos interesados en comprar para construir nuestra propia casa y asentarnos finalmente en el pueblo.” Lo que más les atrajo de Azlor, aseguran, es la cercanía a la Sierra de Guara y las posibilidades que ofrece este entorno natural. También la cercanía a las escuelas rurales de Azara y Abiego donde estudiarán en un futuro sus hijos, así como la proximidad a los hospitales y supermercados, y las buenas comunicaciones por carretera. En su búsqueda no todo fue fácil cuenta Paula “es difícil encontrar una casa o un terreno en un pueblo porque muchos propietarios prefieren no poner su patrimonio en el mercado de venta o alquilar. Hay mucha demanda y poca oferta”
JOSÉ LUIS CASADO Y MARIVÍ GARCÍA (ALQUÉZAR)
“vinimos a pasar unas vacaciones y ya llevamos 25 años en Alquézar”
Alquezar también cautivó a José Luis Casado y su mujer hace 25 años. Esta pareja de madrileños conocieron la villa medieval casi por casualidad durante unas vacaciones. Alquezar enseguida les cautivó y allí descubrieron nuevas posibilidades empresariales. “conocimos Alquezar durante unas vacaciones por el Pirineo y enseguida nos encantó. Primero decidimos comprarnos una casa y después como mi mujer tenía experiencia en el ámbito de la decoración abrimos una tienda de artesanía,” cuenta José Luis. Unos años más tarde la familia abrió el hotel rural Alodia y desde entonces ha pasado ya más de una década. Antes de la crisis sanitaria pasaban seis meses en Madrid y el resto del año en Alquézar. Ahora con la actual situación de la pandemia han decidido quedarse de forma definitiva en el pueblo “aquí estamos más tranquilos, podemos encargarnos del negocio y ayudar a mi hija que es la que gestiona el alojamiento”. Con la situación epidemiológica actual prefieren no viajar a la capital y por el momento no tienen fecha de vuelta.
ERIC MARTÍN (CASTILLAZUELO)
“Sí llego a saber cómo es la vida aquí lo hubiera hecho hace 15 años”
Eric Martín y su mujer dejaron su localidad de origen Hospitalet de Llobegrat (Barcelona)–la zona más densa de Europa, con casos de más de 70.000 personas por kilómetro cuadrado- a localidad con más casos de coronavirus por m2-, una de las ciudades más grandes de España para trasladarse durante el inicio de la pandemia del coronavirus a Castillazuelo, localidad próxima a Barbastro en la comarca de Somontano y en la que residen unos 190 vecinos. Un cambio de vida radical del que no sólo no se arrepienten si no que recomiendan a todos sus familiares y amigos. “Sí llego a saber cómo es la vida aquí lo hubiera hecho hace 15 años”, afirma Eric, más que feliz por la decisión adoptada.
El planteamiento para dejar una gran ciudad y trasladarse al medio rural surge a raíz del cierre de la planta en Barcelona donde Eric trabajaba como administrativo. “La empresa me planteó ir a Sevilla ya que trasladaban ahí la planta pero eso no pasaba por nuestros planes”, explica. El desencadenante fue el embarazo de su mujer, cuyos padres también dejaron Barcelona para trasladarse a Barbastro. “Decidimos que necesitábamos un cambio en nuestras vidas. Vivíamos de alquiler y se está poniendo por las nubes en Barcelona. Queríamos una casa con jardín y miramos en Barbastro pero está difícil. Y al final encontramos una en Castillazuelo”.
JESÚS SIMON Y LIN YAN (RADIQUERO)
“nos trasladamos al pueblo para que nuestros hijos sufrieran lo menos posible los efectos de la pandemia”
Tras vivir en varios países del mundo como China o Australia, Jesús decidió instalarse en Radiquero cuando comenzó la pandemia. Era el pueblo de sus abuelos en el que de niño pasaba sus vacaciones de verano y al que siempre estuvo vinculado a pesar de los años. Él, de Zaragoza, conoció a su mujer de nacionalidad china en el país asiático y ahora tienen dos hijos de 9 y 7 años que estudian en el colegio de Alquezar. La pandemia les hizo dar el paso definitivo para cambiar de vida y apostar por las ventajas que ofrece el mundo rural para las familias. Jesús asegura que “aunque nos lo habíamos planteado años atrás, la pandemia nos animó a hacerlo. Queríamos minimizar los efectos que esta crisis sanitaria está teniendo sobre los niños y que sus vidas fueran lo más normales posibles. Aquí en el pueblo los niños pueden jugar al aire libre y disfrutar de la naturaleza” Jesús y su mujer se dedican ambos a la exportación y lo hacen de forma telemática, por eso tener una buena conectividad fue requisito indispensable para trasladarse a Radiquero “nosotros trabajamos mucho a través de videoconferencia por lo que era fundamental tener una buena conexión a Internet”. Acostumbrado a vivir en grandes urbes Jesús asegura que la ciudad ahora, en tiempos de pandemia, apenas tiene ventajas “lo que te aporta normalmente la ciudad como es la posibilidad de ir al cine, asistir a espectáculos culturales, salir de tapas con los amigos o conocer nuevos restaurantes, este año al menos no se puede hacer, así que sin vida social, las ventajas de vivir ahora en el pueblo todavía son mayores”