Por las venas de Joaquín Palain Lorenz corre el latido del campo. Su abuela, María Jesús, inició esta forma de vida en Pozán de Vero, que ahora él lucha para que no se pierda. Su explotación ‘Joaquín Palain. Casa Val, Servicios Agrícolas’, se dedica principalmente al cereal y la leña, y data de 1909.
Nos cuenta que su abuela “tenía un trocito de tierra que daba trabajo a cuatro familias, mientras que yo ahora para poder vivir necesito llevar cuatro patrimonios más. No vale con el mío.” Junto a su mujer Elena Mata Tornil, enfermera de profesión, y de familia de agricultores de toda la vida, han formado una entrañable familia con sus dos gemelas, Alba y Amaia, el pequeño Saul y ahora Lili, pastor alemán que con solo un mes, es un eslabón más en el engranaje de su explotación agrícola. A lo que hay que sumar a sus empleados, “Keita y Alimane, unos muchachos que llevan en Barbastro 20 años y considero de mi familia.”
Joaquín participa de manera activa en la movilización por el campo. “Mi abuela, tras una vida de trabajo, dejó las tierras a mi padre que falleció cuando yo tenía 20 años. En ese momento, pese a tener otra profesión, cogí el relevo generacional. Me hice cargo de las tierras familiares, pues ahí estaban los ahorros de mis padres. Si yo puedo tener un trabajo hoy en el campo, no es porque fuéramos ricos, sino por el esfuerzo de mis padres. Agradezco todo su esfuerzo y sigo con ello. Pero las ganancias con los cereales, por ejemplo, el plato fuerte de nuestra explotación, están en la cuerda floja. Si antes tenías que vender dos camiones de cereal para pagar uno de abono, ahora tienes que vender tres. La situación es insostenible y me apena ver que todo el empeño y sacrificio de las generaciones anteriores se puede perder. Antes, como he comentado, con una casa vivían cinco familias y ahora una familia vive con cinco patrimonios de cinco casas y no se llega. De allí la explosión del campo, porque lo que me pasa a mi nos pasa a todos.” cuenta Joaquín.
Elena, por su parte, afirma que “con un padre de Radiquero y una madre de Pozán de Vero, me siento muy agradecida de dónde vengo, de mis raíces rurales, de lo que mis padres y el campo me han enseñado. Pero temo y me entristece, que pese a que hacemos todo lo que podemos para que ellos puedan disfrutar de este estilo de vida, en un futuro no puedan elegir libremente si quieren vivir aquí o no, porque si seguimos así, el campo y esta forma de vida, pueden quedar en manos de grandes corporaciones empresariales cuya principal finalidad no sea mantener el flujo de vida del campo, sino sus intereses especulativos.”
Joaquín explica que “a día de hoy, un agricultor como yo necesita hacer muchas inversiones para cumplir con todas las obligaciones que nos imponen. Mis ingresos son inciertos, no es un sueldo al mes, dependen de muchos factores, y cada vez de más. Nos lo ponen muy difícil. Pero los gastos si son fijos y hay que pagarlos sí o sí: materiales, nóminas, continuas inversiones para cumplir con las obligaciones impuestas, etc.”
En cuanto a “la leña, la obtenemos de limpiar nuestras explotaciones y la dejamos secar en los almacenes. Con ello logramos un producto de alta calidad, pero tenemos que pedir muchísimos permisos, nunca limpiamos agusto, porque parece que siempre estamos haciendo las cosas mal. Es una pena tener que hacer una mala poda por miedo a las multas, porque luego vienen con el metro y según cómo haces el corte, si se pasa de trozo, multa al canto. Ello obliga a hacer una mala poda para que vean que has cortado lo correcto. Así vivimos, con esta presión, siendo que los agricultores somos los primeros que queremos tener, primero, los caminos bien arreglados por parte de los Ayuntamientos y el monte bien cuidado.” explica Palain.
Por otro lado, “sólo queremos que se apoye a la agricultura familiar y que se deje de invertir fuera del territorio nacional, porque se están haciendo actuaciones millonarias en el norte de África con dinero público, mientras aquí se está muriendo el País. No hay agua en Barcelona y buena parte de nuestros cultivos están en secano. Necesitamos que se hagan las inversiones, con el dinero que sale de nuestros impuestos, es decir, de nuestro trabajo, en territorio nacional. Media España está en la calle diciendo basta a este despropósito, mientras nuestro presidente se encuentra cerrando inversiones millonarias, con nuestro dinero, en terceros países, es incomprensible”, comenta Joaquín.
En definitiva, “la situación en el campo es realmente difícil. Los agricultores llevamos muchos años trabajando muy duro sin apenas obtener beneficios. Esta situación límite ha sido la que ha provocado que la gente del campo salga a la calle y reivindique un cambio para lograr unos beneficios justos por su trabajo”, nos cuenta que “el problema es el desconocimiento del campo por parte de las autoridades que marcan las normas. Ponen muchísimos impedimentos para que realicemos nuestras labores. Nos limitan qué podemos sembrar, no nos dejan realizar tareas de limpieza de margen, arreglar entradas, etc. No se dan cuenta que nosotros somos los mayores amantes del campo, que somos quienes ayudamos a que el mismo se mantenga, además de obviamente las principales interesadas. No pedimos que nos ayuden en esto pero si que no nos pongan más dificultades.”
Para mi lo más importante a conseguir es “eliminar el cuaderno digital. Somos agricultores y esto nos quita muchísimo tiempo de la actividad a la que realmente nos dedicamos. Queremos que nos dejen hacer nuestro trabajo y que no se prime el no producir. Por otro lado, es incomprensible que aquí se nos limiten los productos fitosanitarios mientras esos mismos productos llegan a nuestros platos. Estamos muy de acuerdo en que no se usen productos dañinos para la salud, pero lo que no entendemos es que en el supermercado haya alimentos, que vienen de otras partes del mundo, sin ningún filtro, tratados con productos prohibidos dañinos para la salud.”
En cuanto al futuro del campo, Elena y Joaquín concluyen que “siempre hay que pensar que lo hay, si no qué haríamos aquí. Es difícil porque nos enfrentamos al riesgo de que el pequeño/mediano agricultor desaparezca. Pero hay que luchar por ello. El esfuerzo, la constancia, el amor por la naturaleza, y otros tantos valores que nos da el trabajo en el campo es algo que nos gusta enseñar a nuestros hijos y que son una enseñanza duradera de por vida. Además creemos, pensando en nuestro entorno más cercano, que en la zona en la que vivimos es muy importante mantener el campo, pues muchos de los puestos de trabajo aquí giran en torno al mismo”.