“Decidí que probablemente habían matado al perro con la horca porque no veía otras heridas en el perro, y no creo que a nadie se le ocurra clavarle una horca a un perro después de que haya muerto por alguna otra causa, como por ejemplo de cáncer o por un accidente de tráfico. Pero no podía estar seguro de que fuera así.”
“Hace ocho años, cuando conocí a Siobhan, me enseñó este dibujo
🙁
Y supe que significaba «triste», que es como me sentí cuando encontré al perro muerto.”
Tan solo hay que leer dos páginas de la novela “El curioso incidente del perro a medianoche” de Mark Haddon. Tan solo dos páginas, que no es mucho, para entender qué pasa por la cabeza de Greta Thunberg.
Greta, como Christopher John, el protagonista de la magnífica novela que recomiendo hoy, son personas del espectro autista. Padecen Síndrome de Asperger, y decía que es suficiente leer dos páginas para entender que esta adolescente cree a pie juntillas lo que le dicen. Lo que lee. Lo que ve.
Me gustan las novelas y las series que tratan sobre Asperger. Me gusta que Greta robe a todos el protagonismo. Conciencian.
Las fotos de Greta, su mirada perdida y esa sonrisa que siempre se queda a medio camino. Rasgos. La defensa de su verdad y el entrecejo fruncido cuando algo no le gusta. Rasgos. Negarse a usar el transporte que contamina y asegurar que el fin del mundo será en 2030. Rasgos.
Y entonces arde la red. La izquierda se posiciona a favor. La alza en un trono que quizá ella no desea. Y a partir de ahí, el circo sin pan. Defensores y detractores que comparten sus vídeos, sus fotos, y memes, muchos memes que pueden herir la sensibilidad de esta niña que debería estar dentro del patio en su instituto fumando a hurtadillas o robando un primer beso.
Y la niña, solo tiene 16 años, sube en un catamarán porque le han dicho que eso es bueno para el medio ambiente y viaja a Madrid a una cumbre de mandatarios que han llegado en cómodos aviones y en taxi.
Y le aplauden y yo me indigno. Y me indigno no porque Greta sea mujer y eso me enfade, no porque Greta sea una niña y eso me irrite, no porque tengan la desfachatez de hacer viajar a la chica en barco con las inclemencias del tiempo mientras Sánchez va en Falcón a un concierto. No. Me enfado porque esta adolescente tiene Síndrome de Asperger y ha tenido la desgracia de caer en una familia ambiciosa que la está utilizando para que Greta pase a la historia.
Sin pensar en las consecuencias que eso pueda tener en una niña del espectro autista. Sin pensar en la ansiedad que debe tener pensando en el 2030 y el fin de mundo. Porque para ustedes y para mí eso es una chorrada acojonante, pero para la niña Greta es terrorífico… Y sus padres lo saben.
Y quienes le aplauden deberían saberlo.
Pero queda más cuqui, políticamente hablando, abusar de una pobre niña enferma…